EL «IMPUESTO REVOLUCIONARIO» DE LA MAFIA VASCA IRÁ A CARGO DE LOS PRESUPUESTOS GENERALES DEL ESTADO

Hay que reconocerlo: el toreo de la pinza PSOE/ETA/PNV a España ha resultado magistral. Una obra maestra de la manipulación, en la que la mano derecha (PNV) bien sabía lo que hacían las izquierdas ETA/PSOE. El resultado, los terroristas están de enhorabuena. Y por ende, el PNV y el PSOE, porque cuando un hemisferio del cerebro se va de fiesta, el otro no se queda en casa. ETA propone la mentira. El PNV la avala. Y el PSOE hace como que no se entera. Mientras, en TVE y RNE, esas dos sucursales de Rubalcaba, se habla mucho de Gürtel y nada de la suelta de asesinos en serie. Así, por lo menos, el bovino pueblo español puede seguir pretendiendo que la cosa no va con él.

Lo que no me explico es cómo al gobierno, con cinco millones de parados a la vuelta de la esquina, no se le ha ocurrido ya colocar en cada ídem una representación de la orquesta del Titanic, aunque sea en cuartetos nada más. Tal vez sea porque no podría pagarles, ahora que la prioridad es financiar listas etarras a condición de que no maten más. Claro, por eso no necesitan a la orquesta del Titanic: en lugar de eso, ya tienen sucursales de la mafia vasca en cada esquina. Nunca creí ver tan claro como efectivamente estamos viendo, cómo un gobierno puede sufragar los gastos de una banda terrorista a cuenta del erario público, sólo porque los asesinos han prometido que ya no matan más. Durante el juicio del 11-M, este gobierno filoterrorista aseguraba que ETA nunca miente. Hace unos meses, este gobierno filoterrorista aseguraba que ETA siempre miente, cuando salieron a la luz las actas de la negociación que empezó mucho antes del 11-M y aún no se ha interrumpido, y a los hechos me remito, y que inculpan a un gobierno traidor, deseoso de ser chantajeado (en realidad, de participar del chantaje al pueblo español); y ahora, este gobierno filoterrorista asegura que ETA, de nuevo, nunca miente. Que ETA es buena. Tanto como para presentarse en lista electoral, dándoles carta de naturaleza. Entre marxistas anda el juego. Este año habrá berrea en las cloacas.

¿Se imaginan? Un tipo quiere el dinero de otro porque dice que él lo necesita para una causa justa. El tipo se niega. El chantajista le mata un hijo, y vuelve a exigir el dinero, amenazando con matarle a otro hijo. El tipo se lo da. El asesino compra más balas, y amenaza con matar más si el pago no se mantiene. El chantajeado va a los juzgados y denuncia la situación. Los juzgados, lejos de perseguir al asesino, le ofrecen más dinero al asesino a cambio de que este deje de matar. El asesino, sin siquiera condenar la violencia ejercida con anterioridad, y con la misma cara de chulo hijo de puta con la que cometió sus fechorías con anterioridad, se presenta al juzgado, hace alarde de su buena conducta al no matar a nadie allí, y el juez no sólo no le encarcela por sus crímenes, sino que le deja en libertad para que se presente a la alcaldía y cobre de los presupuestos del Estado. Claro, el asesino deja de matar, amenazar y chantajear, porque ya es alcalde. Al fin y al cabo mataba para eso, para ser alcalde. Ahora que es alcalde, ¿para qué seguir matando? Ya ha ganado.

Por supuesto, la nueva condición pacífica del asesino está supeditada a la obediencia de su pueblo. ¿Se imaginan cómo gestiona las cosas un alcalde que cuando no mandaba nada, mataba a sus adversarios? Y otra pregunta: si el pueblo no le quiere, o si sus aliados del PSOE no obtienen el resultado esperado en las elecciones, ¿se irá el asesino a su casa, una vez reorganizado, limpio su historial y llenas sus cuentas corrientes con el dinero de su victimario, o volverá a matar?

Y no olvidemos otra cosa. ¿Con qué cara se quedará el tipo cuya prole diezmó el asesino y cuya vida destrozó amenaza tras amenaza? ¿Dónde podrán esconderse las víctimas, testimonio vivo de lo hijos de puta que fueron, son y serán los hijos de puta de hoy, mañana y siempre? No tengo las respuestas, pero sí una certeza útil: que el acosador no soporta la presencia del acosado, necesita erradicarlo de su vista, y cuanto más respaldo obtiene el acosador, más se recrudece el acoso. Por eso sé que ETA no ha terminado. Por eso sé que ETA sólo se está preparando para el gran golpe final. Y una vez legitimada, pobre del que se ponga en su camino.

La pinza nacional-socialista está de enhorabuena.

EL SOCIALISMO ES LA DICTADURA DEL INCOMPETENTE

Hace poco he recibido un excelente correo que explica en muy pocas palabras la tesis que sosteníamos en el post Bachillerato de Excelencia: Aguirre al Rescate, de tal modo que hemos decidido adjuntarlo también al post, además de reproducirlo aquí:


Un reconocido profesor de economía de la Universidad norteamericana de Texas Tech alegó que él nunca había suspendido a ninguno de sus estudiantes pero que, en una ocasión, tuvo que suspender a la clase entera.

Cuenta que esa clase le insistió que el socialismo SÍ funcionaba, que en éste sistema no existían ni pobres ni ricos, sino una total igualdad.
El profesor les propuso a sus alumnos hacer un experimento en clase sobre el socialismo: Todas las notas iban a ser promediadas y a todos los estudiantes se les asignaría la misma nota de forma que nadie sería suspendido y nadie sacaría un sobresaliente.
Después del primer examen, las notas fueron promediadas y todos los estudiantes sacaron Notable. Los estudiantes que se habían preparado muy bien estaban molestos y los estudiantes que estudiaron poco estaban contentos.
Pero, cuando presentaron el segundo examen, los estudiantes que estudiaron poco estudiaron aún menos, y los estudiantes que habían estudiado duro decidieron no trabajar tan duro ya que no iban a lograr obtener un sobresaliente; y, así, también estudiaron menos. ¡El promedio del segundo examen fue Suficiente! Nadie estuvo contento.
Pero cuando se llevó a cabo el tercer examen, toda la clase sacó insuficiente: ¡suspensos a todos!

Las notas nunca mejoraron. Los estudiantes empezaron a pelear entre si, culpándose los unos a los otros por las malas notas hasta llegar a insultos y resentimientos, ya que ninguno estaba dispuesto a estudiar para que se beneficiara otro que no lo hacía.
Para el asombro de toda la clase, ¡Todos perdieron el año! Y el profesor les preguntó si ahora entendían la razón del gran fracaso del socialismo.

Es sencillo; simplemente se debe a que el ser humano está dispuesto a sacrificarse trabajando duro cuando la recompensa es atractiva y justifica el esfuerzo; pero cuando el gobierno quita ese incentivo, nadie va a hacer el sacrificio necesario para lograr la excelencia.
Finalmente, el fracaso será general.

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«El socialismo es la filosofía del fracaso, el credo de los ignorantes, la predica de la envidia, su misión es distribuir la miseria de forma igualitaria para el pueblo. »

Winston Churchill


«El socialismo fracasa cuando se les acaba el dinero…. de los demas».

«Curar la enfermedad de Gran Bretaña con el socialismo es como intentar curar la leucemia con sanguijuelas.»

Margaret Thatcher


«En sus manifiestos y libros los terroristas describen sus ataques contra la democracias como la ‘estrategia de la tensión’. La idea es que es más fácil pasar del fascismo al comunismo que de la democracia al
comunismo. Por lo tanto, los ‘revolucionarios’ deben primero inducir a los gobiernos democráticos hacia un comportamiento fascista a fin de edificar una segunda fase, un socialismo a partir de las cenizas del fascismo».

Jean-Françoise Revel


«El socialismo es meramente una monarquía absoluta democrática, es decir, un sistema absolutista que carece de una cabeza fija, abierto a cualquier pandilla, a cualquier oportunista, aventurero, demagogo o delincuente que logre adueñarse del poder».

Ayn Rand


«Los socialistas desean establecer el bien sobre el mayor número posible. Si algún día se llega a este estado perfecto, no habrá terreno para la inteligencia, para la individualidad poderosa: la humanidad será un rebaño inerte».

Nietzsche


Está enteramente de acuerdo con el espíritu del totalitarismo la condenación de toda actividad humana realizada por puro placer y sin ulterior propósito. La ciencia por el placer de la ciencia, el gusto del arte por el arte, son igualmente aborrecibles para los nazis, nuestros intelectuales socialistas y los comunistas.

Friedrich von Hayek, «Camino de Servidumbre»


«Cada vez que alguien me aburre defendiendo el socialismo, le pregunto por sus actos de caridad. Automáticamente, me aburre con otro tema».

La Ciudad en Llamas
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Y bueno, no sólo íbamos a tener frases contra el socialismo, ¿no? Vamos con unas pocas favorables, que no se diga que no somos plurales. Ahí van:

«Socialismo significa la elevación y purificación de la conciencia individual, y su implantanción será el resultado de una larga serie de esfuerzos. Todos, en realidad, desde el profesional al obrero, pueden poner una piedra en este edificio, realizando un acto socialista todos los días y preparando así el derrocamiento de la sociedad existente».

Benito Mussolini


“El movimiento nacional-socialista tiene un solo maestro: el marxismo”
Joseph Goebbels

“Los judíos alemanes pretenden su emancipación. ¿Qué emancipación? […] Los judíos sois unos egoístas, exigiendo una emancipación especial en vuestra calidad de judíos. Como alemanes, tendríais que trabajar por la emancipación política de Alemania[…] ¿O es que los judíos reclaman la igualdad de derechos con los súbditos cristianos?”
Karl Marx

“¿Cuál es el fundamento secular del judaísmo? La necesidad práctica, el interés egoísta.
¿Cuál es el culto secular practicado por el judío? La usura. ¿Cuál su dios secular? El dinero.”
Karl Marx

“Las razas que sobrevivieron a la supresión del sistema feudal luego del triunfo de la revolución proletaria deben ser exterminadas porque no estaran a la altura de superar su retraso acumulado por la inmundicia de su historia”
Friedrich Engels


DOMINGO DE RESURRECCIÓN

Este es el día más importante de la Semana Santa. En este día, se pone a prueba una vez más, y de manera definitiva, la fe de los discípulos. El relato varía en los detalles según el evangelio. María y la Magdalena se dirigen al sepulcro para embalsamar el cuerpo de Jesús, y se encuentran con que alguien ha movido la piedra que cubría el sepulcro, y que el cuerpo de Jesús ha desaparecido. El sudario y los lienzos que cubrían el cuerpo siguen allí, y junto a él un ángel del cielo les anuncia que Jesús ha resucitado.

SEGÚN SAN MATEO

28:1  Pasado el sábado, al alborear el día primero de la semana, fueron María Magdalena y la otra María a ver el sepulcro.

28:2  Y he aquí que se produjo un gran terremoto, pues un ángel del Señor descendió del Cielo y, acercándose, removió la piedra y se sentó sobre ella.

28:3  Su aspecto era como de relámpago, y su vestidura blanca como la nieve.

28:4  Llenos de miedo, los guardias se aterrorizaron y se quedaron como muertos.

28:5  El ángel tomó la palabra y dijo a las mujeres: No temáis vosotras; ya sé que buscáis a Jesús, el crucificado.

28:6  No está aquí, porque ha resucitado como había dicho. Venid, ved el sitio donde estaba puesto.

28:7  Marchad en seguida y decid a sus discípulos que ha resucitado de entre los muertos; irá delante de vosotros a Galilea: allí le veréis. Mirad que os lo dije.

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SEGÚN SAN MARCOS

16:1  Pasado el sábado, María Magdalena y María la de Santiago y Salomé compraron aromas para ir a embalsamar a Jesús.

16:2  Y, muy de mañana, al día siguiente del sábado, llegan al sepulcro, salido ya el sol.

16:3  Y se decían unas a otras: ¿Quién nos quitará la piedra de la entrada del sepulcro?

16:4  Y al mirar vieron que la piedra estaba apartada; era ciertamente muy grande.

16:5  Entrando en el sepulcro, vieron a un joven sentado a la derecha, vestido con una túnica blanca, y se quedaron asustadas.

16:6  El les dice: No tengáis miedo; buscáis a Jesús Nazareno, el crucificado. Ha resucitado, no está aquí; mirad el lugar donde lo colocaron.

16:7  Pero marchad, decid a sus discípulos y a Pedro que él va delante de vosotros a Galilea; allí lo veréis, como os dijo.

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SEGÚN SAN LUCAS

24:1  Al día siguiente del sábado, muy de mañana, llegaron al sepulcro trayendo los aromas que habían preparado;

24:2  y encontraron que la piedra estaba removida del sepulcro. 24:3  Pero al entrar, no encontraron el cuerpo del Señor Jesús. 24:4  Y sucedió que, estando desconcertadas por este motivo, he aquí que se les presentaron dos varones con vestidura refulgente.

24:5  Como estuviesen llenas de temor y con los rostros inclinados hacia tierra, ellos les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo?

24:6  No está aquí, sino que ha resucitado; recordad cómo os

habló cuando aún estaba en Galilea

24:7  diciendo que convenía que el Hijo del Hombre fuera entregado en manos de hombres pecadores, y fuera crucificado y resucitase al tercer día.

24:8  Entonces ellas se acordaron de sus palabras.


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SEGÚN SAN JUAN

Este relato difiere de los otros. En él se pone a prueba la fe de María cuando su hijo se presenta ante ella, pero no lo reconoce por su aspecto, sino por sus palabras, y ella, en acto de gran humildad, llama Rabbuni (maestro) a su propio hijo.

20:1  El día siguiente al sábado, al amanecer, cuando todavía estaba oscuro, fue María Magdalena al sepulcro y vio quitada la piedra del sepulcro;

20:2  entonces echó a correr, fue a Simón Pedro y al otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: Se han llevado al Señor del sepulcro y no sabemos dónde lo han puesto.

20:3  Salió Pedro con el otro discípulo y fueron al sepulcro.

20:4  Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó primero al sepulcro.

20:5  Se inclinó y vio allí los lienzos plegados, pero no entró.

20:6  Llegó tras él Simón Pedro, entró en el sepulcro y vio los lienzos plegados,

20:7  y el sudario que había sido puesto en su cabeza, no plegado junto con los lienzos, sino aparte, todavía enrollado,

en un sitio.

20:8  Entonces entró también el otro discípulo que había llegado antes al sepulcro, vio y creyó.

20:9  No entendían aún la Escritura según la cual era preciso que resucitara de entre los muertos.

20:10  Los discípulos se volvieron de nuevo a casa.

20:11  María estaba fuera llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro,

20:12  y vio a dos ángeles de blanco, sentados uno a la cabecera y otro a los pies, donde había sido puesto el cuerpo de Jesús.

20:13  Ellos dijeron: Mujer, ¿por qué lloras? Les respondió: Se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto.

20:14  Dicho esto, se volvió hacia atrás y vio a Jesús de pie, pero no sabía que era Jesús.

20:15  Le dijo Jesús: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: Señor, si te lo has llevado tú, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré. 20:16  Jesús le dijo: ¡María! Ella, volviéndose, exclamó en hebreo: ¡Rabbuni!, que quiere decir Maestro.

20:17  Jesús le dijo: Suéltame, que aún no he subido a mi Padre; pero vete a mis hermanos y diles: subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios.


María y, y dependiendo del relato, también la Magdalena, corren a anunciar la buena nueva a los apóstoles, que están escondidos, abatidos y aterrorizados por la posibilidad de correr la misma suerte que su amigo. Los que son testigos del estado de alteración de las mujeres, creen en ellas. Pero cuando estos corren a anunciar la noticia a los otros, estos no les creen. Cuando se les aparece a todos en carne y hueso, un nada complaciente Jesús resucitado les reprocha su incredulidad. Dependiendo del relato, difieren los métodos en que se pone a prueba la fe de los discípulos. Desde pequeño encuentro divertido cómo Jesus «juega» con la percepción de sus testigos, que a veces no le ven aunque él está ahí, y en otros relatos le ven, pero no le reconocen, pero sin que en ningún momento el evangelista diga que Jesús sea invisible o que se haya transformado físicamente. Invito al lector a analizar con cuidado las palabras que cada evangelista utiliza para describir las escenas. Todos esos métodos de Jesús tienen el cometido de ensalzar a aquellos que creen sin ver, y perdonar a aquellos que necesitan ver para creer, quedando relegados aquellos que, aún viendo y tocando, se resisten a creer. Una vez edificada la fe absoluta de sus discípulos, Jesús resucitado les bendice con el Espíritu Santo, y les emplaza a predicar a Dios por los confines del mundo.

MATEO

28:8  Ellas partieron al instante del sepulcro con temor y gran alegría, y corrieron a dar la noticia a los discípulos.

28:9  De pronto Jesús les salió al encuentro y les dijo: Alegraos. Ellas se acercaron, abrazaron sus pies y le adoraron.

28:10 Entonces Jesús les dijo: No temáis; id y anunciad a mis hermanos que vayan a Galilea: allí me verán.

28:11   Mientras ellas iban, algunos de la guardia fueron a la ciudad y comunicaron a los príncipes de los sacerdotes todo lo sucedido.

28:12      Reunidos con los ancianos, después de haberlo acordado, dieron una buena suma de dinero a los soldados

28:13      con el encargo de decir: Sus discípulos vinieron de noche y lo robaron mientras nosotros dormíamos.

28:14      Si esto llegara a oídos del procurador, nosotros le calmaremos y cuidaremos de vuestra seguridad.

28:15      Ellos tomaron el dinero y actuaron según las instrucciones recibidas. Así se divulgó este rumor entre los judíos hasta el día de hoy.

28:16      Los once discípulos marcharon a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.

28:17      Y, al verlo, le adoraron; pero otros dudaron.

28:18      Y acercándose Jesús les habló: Se me ha dado todo poder en el Cielo y en la tierra.

28:19      Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo;

28:20      y enseñándoles a guardar todo cuanto os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.


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MARCOS

En este caso, Jesús se aparece primero a María la Magdalena, y es ella quien lo anuncia a los discípulos, que no la creen. Es entonces cuando Jesús empieza a poner a prueba la fe de sus amigos de diferentes maneras.

16:8  Y saliendo, huyeron del sepulcro, pues estaban sobrecogidas de temblor y fuera de sí; y no dijeron nada a nadie, porque estaban atemorizadas.

16:9  Habiendo resucitado, al amanecer el primer día de la semana, se apareció en primer lugar a María Magdalena, de la que había expulsado siete demonios.

16:10      Ella fue a anunciarlo a los que habían estado con él, que se encontraban tristes y llorosos.

16:11      Pero ellos, al oír que estaba vivo y que ella lo había visto, no lo creyeron.

16:12      Después de esto se apareció, bajo distinta figura, a dos de ellos que iban de camino a una aldea;

16:13      también ellos regresaron y lo comunicaron a los demás, pero tampoco les creyeron.

16:14      Por último, se apareció a los Once cuando estaban a la mesa, y les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, porque no creyeron a los que lo habían visto resucitado.

16:15      Y les dijo: Id al mundo entero y predicad el Evangelio a toda criatura.

16:16      El que crea y sea bautizado, se salvará; pero el que no crea, se condenará.

16:17      A los que crean acompañarán estos milagros: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán lenguas nuevas,

16:18      cogerán serpientes y, si bebieran algún veneno, no les dañará; impondrán las manos sobre los enfermos y quedarán curados.

16:19      El Señor, Jesús, después de hablarles, se elevó al Cielo y está sentado a la derecha de Dios.

16:20      Y ellos, partiendo de allí, predicaron por todas partes, y el Señor cooperaba y confirmaba la palabra con los milagros que la acompañaban.

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LUCAS

24:8  Entonces ellas se acordaron de sus palabras.

24:9  Y al regresar del sepulcro anunciaron todo esto a los Once y a todos los demás.

24:10  Eran María Magdalena, Juana y María la de Santiago; también las otras que estaban con ellas contaban estas cosas a los Apóstoles.

24:11  Y les pareció como un desvarío lo que habían contado, y no les creían.

24:12  Pedro, no obstante, levantándose corrió hacia el sepulcro; y al inclinarse vio sólo el sudario. Entonces se volvió a casa admirado de lo ocurrido.

24:13  El mismo día, dos de ellos iban a una aldea llamada Emaús, que distaba de Jerusalén sesenta estadios.

24:14  Y conversaban entre sí de todo lo que había acontecido.

24:15  Y sucedió que, mientras comentaban y discutían, Jesús mismo se acercó y caminaba con ellos;

24:16  pero sus ojos estaban incapacitados para reconocerle.

24:17  Y les dijo: ¿Qué conversación lleváis entre los dos mientras vais caminando? Y se detuvieron entristecidos.

24:18  Uno de ellos, de nombre Cleofás, le respondió: ¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabe lo que ha pasado allí estos días?

24:19  El les dijo: ¿Qué ha pasado? Y le contestaron: Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras delante de Dios y ante todo el pueblo:

24:20  cómo los príncipes de los sacerdotes y nuestros magistrados lo entregaron para que lo condenaran a muerte y lo crucificaron.

24:21  Sin embargo nosotros esperábamos que él sería quien redimiera a Israel. Pero con todo, es ya el tercer día desde que han pasado estas cosas.

24:22  Bien es verdad que algunas mujeres de las que están con nosotros nos han sobresaltado, porque fueron al sepulcro de madrugada

24:23  y, al no encontrar su cuerpo, vinieron diciendo que habían tenido una visión de ángeles, los cuales les dijeron que está vivo.

24:24  Después fueron algunos de los nuestros al sepulcro y lo hallaron tal como dijeron las mujeres, pero a él no le vieron. 24:25  Entonces Jesús les dijo: ¡Oh necios y tardos de corazón para creer todo lo que anunciaron los profetas!

24:26  ¿No era preciso que el Cristo padeciera estas cosas y así entrara en su gloria?

24:27  Y comenzando por Moisés y por todos los Profetas les interpretaba en todas las Escrituras lo que se refería a él.

24:28  Llegaron cerca de la aldea a donde iban, y él hizo ademán de continuar adelante.

24:29  Pero le retuvieron diciéndole: Quédate con nosotros, porque ya está anocheciendo y va a caer el día. Y entró para quedarse con ellos.

24:30  Y estando juntos a la mesa tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio.

24:31  Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero él desapareció de su presencia.

24:32  Y se dijeron uno a otro: ¿No es verdad que ardía nuestro corazón dentro de nosotros, mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?

24:33  Y al instante se levantaron y regresaron a Jerusalén, y encontraron reunidos a los Once y a los que estaban con ellos, 24:34  que decían: El Señor ha resucitado realmente y se ha aparecido a Simón.

24:35  Y ellos contaban lo que había pasado en el camino, y cómo le habían reconocido en la fracción del pan.

24:36      Mientras ellos contaban estas cosas, Jesús se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros.

24:37      Se quedaron turbados y asustados, pensando que veían un espíritu.

24:38      Y les dijo: ¿Por qué estáis turbados, y por qué dais cabida a esos pensamientos en vuestros corazones?

24:39      Mirad mis manos y mis pies: soy yo mismo. Palpadme y comprended que un espíritu no tiene carne y huesos como veis que yo tengo.

24:40      Y dicho esto, les mostró las manos y los pies.

24:41      Como no acabasen de creer por la alegría y estuvieran llenos de admiración, les dijo: ¿Tenéis aquí algo que comer?

24:42      Entonces ellos le ofrecieron parte de un pez asado.

24:43      Y tomándolo comió delante de ellos.

24:44      Y les dijo: Esto es lo que os decía cuando aún estaba con vosotros: es necesario que se cumpla todo lo que está escrito en la Ley de Moisés y en los Profetas y en los Salmos acerca de mí.

24:45      Entonces les abrió el entendimiento para que comprendiesen las Escrituras.

24:46      Y les dijo: Así está escrito: que el Cristo tiene que padecer y resucitar de entre los muertos al tercer día,

24:47      y que se predique en su nombre la conversión para perdón de los pecados a todas las gentes, comenzando desde Jerusalén.

24:48      Vosotros sois testigos de estas cosas.

24:49      Y sabed que yo os envío al que mi Padre ha prometido. Vosotros, pues, permaneced en la ciudad hasta que seáis revestidos de la fuerza de lo alto.

24:50      Los sacó hasta cerca de Betania y levantando sus manos los bendijo.

24:51      Y sucedió que, mientras los bendecía, se alejó de ellos y se elevaba al Cielo.

24:52      Y ellos le adoraron y regresaron a Jerusalén con gran gozo.

24:53      Y estaban siempre en el Templo bendiciendo a Dios.

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JUAN

En el relato de Juan, Jesús se aparece por tres veces ante sus discípulos.

En los cuatro Evangelios, Jesús le vaticina a Simón Pedro «Me negarás tres veces antes que cante el gallo», y en todos se cumple su predicción cuando Simón Pedro niega ser su discípulo en tres ocasiones por miedo a ser prendido como su amigo, pero solo en el de Juan, Cristo resucitado pregunta por tres veces a Simón Pedro si este le ama. La reacción de Pedro es la de avergonzarse, pues sabe perfectamente por qué sólo a él se le pregunta lo mismo tres veces seguidas para recibir el mismo mandato después de cada respuesta.

A Tomás le es especialmente reprendida su falta de fe cuando proclama que no creerá hasta que no meta los dedos en sus llagas y la mano en su costado. Cuando se aparece, Cristo le conmina a hacerlo, pero Tomás, al ver a su amigo resucitado, rehúye cumplir su palabra, por reparo o por repugnancia, o al menos eso creo entender. En este pasaje se demuestra una vez más que Jesús ha resucitado en carne y hueso. Jesús no da puntada sin hilo.

Caravaggio interpreta la escena de otro modo

Sólo en el Evangelio de San Mateo, Judas se ahorca por arrepentimiento tras entregar a su amigo. En el relato de Juan, sin embargo, está entre los discípulos durante la tercera aparición, aunque no se le nombra por su nombre, sino a traves de la fórmula «el que Jesús amaba», y es precisamente Simón Pedro, que le negó tres veces, quien se indigna porque Jesús dice «Sígueme» a «aquel a quien Jesús amaba». La respuesta de Jesús es memorable. 

20:18  Fue María Magdalena y anunció a los discípulos: ¡He visto al Señor!, y me ha dicho estas cosas.

20:19  Al atardecer de aquel día, el siguiente al sábado, estando cerradas las puertas del lugar donde se habían reunido los discípulos por miedo a los judíos, vino Jesús, se presentó en medio de ellos y les dijo: La paz sea con vosotros.

20:20  Y dicho esto les mostró las manos y el costado. Al ver al Señor se alegraron los discípulos.

20:21  Les dijo de nuevo: La paz sea con vosotros. Como el Padre me envió así os envío yo.

20:22  Dicho esto sopló sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo;

20:23  a quienes les perdonéis los pecados, les son perdonados; a quienes se los retengáis, les son retenidos.

20:24  Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando vino Jesús.

20:25  Los otros discípulos le dijeron: ¡Hemos visto al Señor! Pero él les respondió: Si no veo la señal de los clavos en sus manos, y no meto mi dedo en esa señal de los clavos y mi mano en su costado, no creeré.

20:26  A los ocho días, estaban de nuevo dentro sus discípulos y Tomás con ellos. Estando las puertas cerradas, vino Jesús, se presentó en medio y dijo: La paz sea con vosotros.

20:27  Después dijo a Tomás: Trae aquí tu dedo y mira mis manos, y trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente.

20:28  Respondió Tomás y le dijo: ¡Señor mío y Dios mío!

20:29  Jesús contestó: Porque me has visto has creído; bienaventurados los que sin haber visto han creído.

20:30  Muchos otros milagros hizo también Jesús en presencia de sus discípulos, que no han sido escritos en este libro.

20:31  Estos, sin embargo, han sido escritos para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre.

21:1  Después se apareció de nuevo Jesús a sus discípulos junto al mar de Tiberíades. Se apareció así:

21:2  estaban juntos Simón Pedro y Tomás, llamado Dídimo, Natanael, que era de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos de sus discípulos.

21:3  Les dijo Simón Pedro: Voy a pescar. Le contestaron: Vamos también nosotros contigo. Salieron, pues, y subieron a la barca, pero aquella noche no pescaron nada.

21:4  Llegada ya la mañana, se presentó Jesús en la orilla; pero sus discípulos no sabían que era Jesús.

21:5  Les dijo Jesús: Muchachos, ¿tenéis algo de comer? Le contestaron: No.

21:6  El les dijo: Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis. La echaron, y ya no podían sacarla por la gran cantidad de peces.

21:7  Aquel discípulo a quien amaba Jesús dijo a Pedro: ¡Es el Señor! Al oír Simón Pedro que era el Señor se ciñó la túnica, porque estaba desnudo, y se echó al mar.

21:8  Los otros discípulos vinieron en la barca, pues no estaban lejos de tierra, sino a unos doscientos codos, arrastrando la red con los peces.

21:9  Cuando descendieron a tierra vieron unas brasas preparadas, un pez puesto encima y pan.

21:10  Jesús les dijo: Traed algunos de los peces que habéis pescado ahora.

21:11  Subió Simón Pedro y sacó a tierra la red llena de ciento cincuenta y tres peces grandes. Y aunque eran tantos no se rompió la red.

21:12  Jesús les dijo: Venid y comed. Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: ¿Tú quién eres?, pues sabían que era el Señor.

21:13  Vino Jesús, tomó el pan y lo distribuyó entre ellos, y lo mismo el pez.

21:14  Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a sus discípulos, después de resucitar de entre los muertos.

21:15  Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos? Le respondió: Sí, Señor, tú sabes que te amo. Le dijo: Apacienta mis corderos.

21:16  De nuevo le preguntó por segunda vez: Simón, hijo de Juan, ¿me amas? Le respondió: Sí, Señor, tú sabes que te amo. Le dijo: Pastorea mis ovejas.

21:17  Le preguntó por tercera vez: Simón, hijo de Juan, ¿me amas? Pedro se entristeció porque le preguntó por tercera vez si le amaba, y le respondió: Señor, tú lo sabes todo. Tú sabes que te amo. Le dijo Jesús: Apacienta mis ovejas.

21:18  En verdad, en verdad te digo: cuando eras más joven te ceñías tú mismo e ibas a donde querías; pero cuando envejezcas extenderás tus manos y otro te ceñirá y llevará a donde no quieras.

21:19  Esto lo dijo indicando con qué muerte había de glorificar a Dios. Y dicho esto, añadió: Sígueme.

21:20  Volviéndose Pedro vio que le seguía aquel discípulo que Jesús amaba, el que en la cena se había recostado en su pecho y le había preguntado: Señor, ¿quién es el que te entregará?

21:21  Viéndole Pedro dijo a Jesús: Señor, ¿y éste qué?

21:22  Jesús le respondió: Si yo quiero que él permanezca hasta que yo vuelva, ¿a ti qué? Tú sígueme.

21:23  Por eso surgió entre los hermanos el rumor de que aquel discípulo no moriría. Pero Jesús no le dijo que no moriría, sino: Si yo quiero que él permanezca hasta que yo vuelva, ¿a ti qué?

No soy muy ducho en Evangelios, pero siempre me ha gustado el final del cuarto, el de Juan, que dice así:

21:24  Este es el discípulo que da testimonio de estas cosas y las ha escrito, y sabemos que su testimonio es verdadero.

21:25  Hay, además, otras muchas cosas que hizo Jesús, y que si se escribieran una por una, pienso que ni aun el mundo podría contener los libros que se tendrían que escribir.

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Escribo de la Biblia con todo el respeto. Nunca lo había hecho antes, aunque de vez en cuando sí que me paro a leerla, especialmente los Evangelios, encontrando siempre pasajes interesantes y nuevas interpretaciones. Agradecería que me fuera corregido cualquier error. A continuación ofrezco un enlace con los cuatro textos íntegros para bajar al disco duro en formato word. En él se pueden realizar cómodas búsquedas para comparar las diferentes visiones de los cuatro profetas. Espero que hayáis pasado una feliz Semana Santa, ¡y que no os haya llovido mucho! Se despide Monolocus, agradeciendo a los que han seguido la semana también desde mi blog. Ojalá hayáis disfrutado leyéndolo tanto como disfruté yo escribiendo.
Nos vemos en la red.

Los_4_Evangelios.doc (clic aquí)


SÁBADO SANTO: EL DESCENSO A LOS INFIERNOS

Los que hemos recibido una formación cristiana y tenemos ya cierta edad, hemos de recordar sin duda que el Credo que se enseñaba antes era el de los Apóstoles. En mitad de los años ochenta se cambió por el de Nicea-Constantinopla, lo que nos obligó a memorizar de nuevo la misma historia con otras palabras un poco más amables. A mí me gusta más el de los Apóstoles, tal vez porque es el que aprendí primero, y aún lo recuerdo. El de Nicea también lo memoricé convenientemente, pero a día de hoy se me escapa. Lo encuentro algo más plano. El de los Apóstoles tiene más drama.  Y particularmente, lo que más me molestaba del de Nicea es que suprimía el pasaje en que Jesucristo «fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos y al tercer día resucitó de entre los muertos», y se cambió por el más genérico «padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día». Con lo que a los niños nos gustaban las historias de muertos, de infiernos y cosas así, era inevitable que nuestras preferencias fueran con el Credo de los Apóstoles, y no con el de Nicea. Y con el tiempo y la malicia, vengo sospechando que aquel cambio se debía precisamente a eso, a que la oración resultaba demasiado gráfica para unos educadores que ya venían pergeñando su nuevo mundo limpito y coñazo. Llámenme vinagre, pero encuentro pocas cosas más detestables que un comité administrativo buscando la manera de contar en su detestable idioma administrativo lo que ellos deciden en su soberbia administrativa que un niño no debe conocer en sus justos términos, por dolorosos o acongojantes que estos sean en realidad. Ese tipo de gente lo hace todo aburrido. Convertirían un polvo en un comité representativo con votaciones a tres vueltas, incluyendo dogmas de igualdad, higiene, normativas feministas y por supuesto, idiomáticas y culturales. Si a la secretaria de mi instituto le hubieran encargado titular «En Busca del Arca Perdida», la de Indiana Jones habría sido la «Solicitud de ayudas para localizar la ubicación del receptáculo de transporte de documentos caducos y dogmáticos extraviado/a/os/as». Y probablemente la Iglesia, que es muy hábil haciéndose a los tiempos, realizó el cambiazo después de calar el tufillo progre que empezaba a impregnar el ambiente.

Y yo no es que esté en contra del progreso. Al contrario, me gusta el progreso. Pero por eso mismo, cada vez tengo más problemas para tragar la bosta progre, que obliga a excluir el dolor, el rigor, lo feo, lo rotundo y lo axiomático. Qué vinagre que es el Monolocus, ¿no? Pues no tanto. Si excluyes el dolor, terminas por destruir el placer. Si excluyes el rigor, terminas por destruir la imaginación. Si excluyes lo feo, terminas por destruir la belleza. Si excluyes lo rotundo, terminas por destruir lo equívoco. Y si excluyes lo axiomático, destruyes también lo hipotético. Si excluyes la verdad, no es posible despejar las mentiras. El mundo progre-administrativo es un mundo gris en el que nunca pasa nada. Me quedo con el Credo de los Apóstoles, pues.

¡Madre mía, el ladrillo que os he metido para introducir el tema! Disculpadme, es que es sábado y me he despertado pronto, y me ha dado tiempo a pensar, lo que siempre es peligroso. Hoy, por ejemplo, me he acordado, nada más despertar, de una conversación que tuve hace años en la sala de espera del hospital Gómez Ulla. Era 2005. Fui allí para hacerme unos análisis porque me iban a extirpar un quiste sebáceo. Una gilipollez, vaya. Pero yo iba todo acojonado, porque los hospitales me ponen nervioso. No sé por qué, pero tengo la extraña facultad involuntaria de hacer que los desconocidos hablen conmigo a poco que me rodee de gente. Y en la sala de espera, me di cuenta de que un hombre de unos cincuenta y muchos años que estaba sentado a mi lado se me quedaba mirando mientras yo leía atentamente los editoriales. Parecía satisfecho de ver a un joven en el acto de informarse un poco. Pero su mirada era muy, muy triste, como pude comprobar apenas le miré un instante. Calvo, canoso, bolsas bajo los ojos, y ese reborde rojizo alrededor de los globos oculares, tan característico de los que toman antidepresivos fuertes, o al menos, así me parece a mí. Cuando el hombre atrajo mi atención, miré al periódico e hice un gesto en plan «cómo está el mundo», y él lo recogió con una sonrisa amarga. Y lo dijo en alto, con voz queda y amable: «Cómo está el mundo, ¿verdad?». No recuerdo mi reacción, pero conociéndome, debí de responder con una sorisa sonora. Continuó. «¿Por qué estás aquí?» Entonces me dí cuenta de que aquel hombre quería contarme por qué estaba él allí. No me importa, al contrario, me gusta que la gente me cuente cosas. Es como leer en directo. Además, el hombre parecía guardar una historia digna de ser contada. No me equivoqué. Despaché mi quiste con un par de frases difusas, y me concentré en él. «¿Y usted, por qué está aquí?», pregunté sin ambages. El hombre echó los ojos al suelo, y se quedó en silencio un momento. Era evidente que sus pensamientos se habían trasladado a un lugar y un momento dolorosos. «Si no es indiscreción», añadí, aunque yo sabía que no lo era, que él quería contarlo, o por lo menos no podía evitar contarlo. Se lo dije para devolverle al presente y a aquella sala de espera, porque parecía haberse olvidado de mí de repente. Entonces me miró con una expresión extraña en la que había muchas cosas contradictorias. Su expresión era amable y hostil, y había comprensión en su mirada a la vez que resentimiento, y todo ello bañado de desesperanza. No me dí cuenta de esos matices en el momento, sino después, cuando repasé los hechos. En aquel momento sólo acerté a adivinar que aquel era un hombre agotado.

-Tengo un pitido en este oído. No cesa nunca, y cuanto más pienso en él, más fuerte suena. Ahora mismo lo estoy oyendo, claro. Me es imposible abstraerme, siempre está ahí, especialmente por las noches. Está ahí incluso soñando, lo poco que puedo dormir. Ya me han operado dos veces, y los médicos me dicen que mi tímpano está bien. Me van a hurgar una tercera vez, porque les he insistido. Pero ellos creen que no es nada físico…

En ese momento, dos gruesos lagrimones corrieron por su cara, pero él no hizo ningún gesto, las ignoró, muy acostumbrado a ellas. «Yo estaba ahí, ¿sabes?», me dijo. «En ese tren…», concluyó, mirando a mi periódico. No tuve que mirar, sabía que la portada traía una fotografía del tren que explotó en la calle Téllez el 11 de Marzo de 2004. Aquello me dejó bloqueado. Hice un estúpido ademán para dar la vuelta al periódico, pero él hombre me contuvo poniendo su mano sobre las mías. Una mano dura, de trabajador físico. «No importa», me dijo, «al contrario». No supe interpretar sus palabras, pero dejé el periódico como estaba. Tal vez se refería a que sabía demasiado bien que por mucho que diera vuelta al periódico, el atentado seguiría ahí, instalado en su oído y en su memoria para siempre. Hoy creo que lo que quiso decir era que de algún modo le aliviaba el hecho de que se alguien siguiera escribiendo sobre ello, y que otro alguien quisiera leerlo. Que aún quedaba alguien que quería saber. Volvió a bajar los ojos, tal vez para no incomodarme.

Sonó mi nombre, me levanté, le puse la mano en el hombro y mirándole a los ojos, me encogí de hombros y sólo acerté a decirle «Ánimo». Él me miró con sonrisa amable, me palmeó la mano dos veces muy flojito, y allí le dejé, perdido en sus recuerdos. Nunca más volví a verle.

Recuerdo perfectamente cómo me sentí. Nunca me había sentido de ese modo con respecto a aquel atentado. Ni cuando ví la noticia en la televisión, ni cuando caminé por Atocha en la Noche de los Paraguas, al día siguiente de la masacre. Ni cuando esa misma noche ví a Rubalcaba violar descaradamente la jornada de reflexión con su famosa frase «Los españoles nos merecemos un gobierno que nos diga la verdad», ni cuando al día siguiente voté a Zapatero. Pero al hablar con aquel hombre, y someterme a su escrutinio, me sentí sucio, asquerosamente cómplice. Yo había comprado la tesis de un gobierno que instrumentalizó la masacre para ganar las elecciones. Ya les iba a votar sin necesidad de atentados, pero eso no importa. Aquella campaña final tenía que haber sido suficiente para cambiar mi voto, o por lo menos, para pedir un aplazamiento electoral, como votante y como pueblo. Y lo peor vino después, porque en aquel momento, hablando con aquel hombre, me dí cuenta de lo poco que lo había sentido por aquellas personas en realidad, que todo se había reducido a congoja, a desconcierto y a terror por la carne propia, y que pasadas unas semanas, ya había pasado página y mirado hacia otro lado. El tratamiento informativo oficial ayudaba a ello, porque se nos negó la imagen de las víctimas, se repitió con obsesión el mismo juego de instantáneas de andenes vacíos y trenes rotos, y la voz que representaba a los damnificados la personalizaba una mediática y muy entera Pilar Manjón que nos hacía olvidar la verdadera catástrofe, una catástrofe que no era ni política ni material, sino humana, de dolor, de muertos. El 11-M había servido para traernos un gobierno más justo, chinpún y a otra cosa. Qué putada, mi brigada. Mi generación es la primera que está entrenada para ignorar el dolor ajeno, para mirar hacia otro lado. La primera generación que ante un atentado no grita ¡HIJOS DE PUTA!, sino que cambia de canal. Tal vez por ello exageramos el sufrimiento propio hasta el extremo de convertir el más mínimo contratiempo en una tragedia insalvable, porque no sabemos entender el dolor. Nos cerramos en banda ante él. ¡No hay derecho!, pensamos, y ya está, como si el dolor y la muerte tuvieran algo que ver con los derechos.

Hablando con aquel hombre, el peso de 192 muertos y miles de heridos llegó hasta mí en su verdadera dimensión, con la fuerza y el retardo de una onda expansiva. Sentí vértigo cuando comprendí que el pitido en el tímpano de aquel hombre llevaba un año sin dejarle descansar, sin dejarle recuperarse, a él ni a su familia. Siento vértigo cuando pienso en él, en ese pitido, ocho años después. Siento vértigo sólo de pensar quién sería yo si no me hubiera encontrado con aquel pobre hombre por el que terminé sintiendo una pena enorme. Y no me gusta hacer alarde de sentimientos, al contrario, desconfío de quien alardea de ellos. Pero es así, joder, creo que aquel encuentro me hizo, si no mejor persona, sin duda me hizo madurar un buen trecho. Y siento vértigo de saber cuánta gente hay por ahí que, por no haberse cruzado con ninguna víctima, no ha procesado aún, y probablemente nunca lo hará, lo que ocurrió realmente aquel día. No en términos de autoría, ni de instrumentalización, sino en términos de dolor. Joder, qué putamente mal me sentí.

También sentí agradecimiento por haber tenido la oportunidad de remover todo aquello que permanecía latente. Aquel hombre me hizo un gran favor con su mirada amable y agrietada a la vez. ¿Y sabéis por qué? Porque compartió conmigo su infierno. No voy a dármelas aquí de víctima del terrorismo, claro. Sólo acerté a atisbar un miligramo de las toneladas que él tenía que soportar a cada instante. Pero un miligramo suficiente para sentir. Después de eso, después de interiorizar el dolor y la muerte de una manera no noticiada, sino real, tocando suavemente mis manos con las suyas, pude darme cuenta también de la impotencia y la rabia que debe de tener dentro una víctima cuando su gobierno le barre bajo la alfombra, cuando su sociedad decide no saber, y acuerda tácitamente mirar para otro lado, no sea que la sangre nos salpique. El silencio de España es un silencio cómplice, un silencio que, a fuerza de negar la verdadera dimensión de la masacre, impide que extraigamos la lección correcta.

La experiencia nos enseña que el sufrimiento es inherente a la vida. No entraré en disquisiciones sobre si es bueno, o si en importante, o si es necesario. Me quedo con lo de inherente. Y como tal, inevitable. Quien no sufre, es que está muerto. Vivir duele. A veces, vivir es placentero. Pero básicamente, duele. Quien huye del dolor obsesivamente está dedicando su vida a la nada. Y si sentimos placer, es como contraposición al dolor, de manera que, quien no siente dolor, tampoco puede sentir placer. Y además, sólo del dolor podemos aprender. Y no tengo miedo a sonar frívolo si digo una obviedad: que es de los peores traumas de donde sacamos las mayores lecciones, si sobrevivimos a ellos. Todos experimentamos nuestra particular bajada a los infiernos. Si sobrevivimos a ella, y extraemos las lecciones correctas, salimos reforzados, y a veces, cuando el sufrimiento es brutal, la fuerza con la que resurgimos no tiene límites. Sin querer sonar impostado, hace poco, yo mismo he experimentado mi propio descenso al infierno, pequeño e insignificante en comparación a otros, pero mío, mi propia bajada a los infiernos. Y he salido reforzado, más sabio, o por lo menos, no tan ignorante, más fuerte, o por lo menos, no tan débil como antes. De tal manera que casi casi agradezco mi infiernillo, y me sorprendo a mí mismo mirando la cicatriz que me ha quedado, deseando que nunca desaparezca del todo, pues me recuerda algunas lecciones que de otro modo no habría aprendido. Claro, lo mío ha sido una tontería insignificante en comparación con las tragedias que ocurren cada día. A veces, la tragedia es tan terrible que nunca nos recuperamos. O a veces, nos ahogamos en vasos de agua, incapaces de ver lo ridículamente bajo que tenemos el umbral del dolor propio, y lo infinitamente tolerantes que somos con el dolor ajeno. Pero a veces se dan casos excepcionales en que una persona se enfrenta a lo peor, verdaderamente a lo peor, y sale tan reforzada que casi parece irradiar luz, como es el caso admirable y conmovedor de Irene Villa.

En todos los casos, la dimensión de la lección a extraer está en directa relación con la dimensión de la tragedia. Hoy quiero quedarme con las tragedias que se viven en secreto y que nunca se confiesan, por verguenza o por miedo, social o íntimo. Esas tragedias que consumen lentamente a quien la sufre, que quedan latentes y explotan parcialmente en cualquier momento, pero nunca del todo, deteriorando las relaciones, la vida suya y de quien tiene alrededor, confinándole, aislándole, matándole lentamente, y a no ser que la persona decida trabajar en ello, decida bregar con su dolor, confrontarlo y sudarlo hasta convertirlo en lección aprendida, a no ser que haga eso, será incapaz de perdonar a su verdugo, de perdonar al mundo, o de perdonarse acaso a sí mismo. Incapaz de aceptar la tragedia, al fin y al cabo, el miedo y el rencor se lo comerán por dentro.

Y aquel hombre estaba vivo. Otros murieron. Vidas cercenadas por motivos ajenos. Sin tiempo de despedirse, sin tiempo para extraer lecciones. También ellos me tocaron y me hablaron cuando lo hizo aquel hombre que los vio morir, y que murió un poco con ellos aquel día. Y sólo gracias a eso, aquel estúpido e insensible jovezno de izquierdas entendió de una vez por todas si era importante o no llegar hasta el final en el incómodo asunto del 11-M. Una vez más, no voy a dármelas de nada por haberme empapado tantas y tantas noches con lo publicado a raíz del 11-M, por haberme preocupado simplemente por saber. Pero sí sé, porque lo sentí aquella vez, y lo sé de algún modo, que el hecho de no haber cerrado con el 11-M, el hecho de mantener la carpeta mental abierta, ayuda a continuar con sus vidas a aquellos que estaban allí y sobrevivieron.

España no ha bajado aún a los infiernos por el 11-M. A día de hoy, la mayoría de nosotros se pone enfermo sólo de pensar en saber qué pasó en realidad. No ayuda la actitud del gobierno ni de la oposición, empeñados en pasar página sin confrontar los hechos. Pero lo nuestro no es una tragedia política. Lo nuestro es una tragedia moral, porque si hubiéramos sentido en realidad lo que ocurrió aquel día, habríamos exigido al PSOE, al PP o a quien coño ganara las elecciones, investigar y esclarecer los hechos. En lugar de ello, nos tragamos la carroña oficial que nos soltaron en el juicio, que es todo mentira, que todos sabemos que es mentira y que todos sabíamos que era mentira. Por tanto, nos negamos la posibilidad de prevenir subsiguientes atentados, y vivimos tratando de no ofender a quien lo hizo, pero como no sabemos quién lo hizo, estamos obligados a agachar la cabeza y no hablar de ello, en espera de que los políticos arreglen sus cosas a expensas nuestro. Aquel día escenificamos el duelo, pero sólo era eso, una escenificación:  la comedia de las velitas y los carteles de «asesinos» eran pura ideología encubierta. Duelo real, de ese, aquí no ha habido. Y no me extraña, porque vivimos obsesionados en ignorar el dolor. Ignorando el dolor, nos ahorramos tener que reconocer nuestra complicidad, y de ese modo, no podemos expiar la culpa, que permanece latente en el silencio del 11-M, un silencio votado en jornada electoral, y que impide que aceptemos lo que ocurrió. El 11-M sólo fue un mal sueño para la mayoría de los españoles, y lo fué para mí hasta conocer a aquel hombre en la sala de espera del Gómez Ulla, de quien hoy me he acordado nada más despertar, sin saber muy bien por qué.

Un buen día éste, en Sabado Santo, para acordarme de echar en falta la bajada a los infiernos que se nos ha escamoteado a golpe de sentencia injusta, a golpe de mentira oficial, y a golpe de ideología-anestesia. Para acordarme de todo el dolor que nos empeñamos en no ver, y que no sabemos sentir, porque nos han enseñado a no sentirlo, pero queda ahí latente, con peligro de no ser canalizado y de explotar por cualquier otro lado. Incapacitándonos para perdonarnos, para sacudirnos el miedo a los asesinos y la culpa por tener encarcelados a quienes no lo hicieron, para purgar el dolor y extraer la lección correcta. Incapaces de perdonar. ¿Cómo podríamos, si no tenemos a quién culpar? De tal modo que lo más probable es que terminemos consumidos, incapaces de resurgir con más fuerza, hasta, por lo menos, haber tocado fondo. Y tocaremos, no quepa duda. Podemos mirar para otro lado, pero eso no nos salvará del sufrimiento que se manifestará en justa dimensión con un calibre acorde con la tragedia, tarde o temprano. Mientras tanto, seguimos educando a las nuevas generaciones en ausencia de herramientas útiles para encajar los golpes, seguimos ayudando a crear un mundo indoloro y gris, un mundo administrativo y sacarina, un mundo anestesia. ¿Y cómo podría ser de otro modo, si a nosotros mismos nos escamotearon hasta la bajada a los infiernos del propio Jesucristo, sólo porque sonaba feo? Joder, con lo bonito que sonaba, y hasta hoy mismo no me había dado cuenta del porqué: porque sonaba a Verdad.

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CREDO DE LOS APÓSTOLES

Creo en Dios, Padre Todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo,
Nuestro Señor,
que fue concebido por obra y gracia
del Espíritu Santo,
nació de Santa María Virgen;
padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos,>>
al tercer día resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos
y está sentado a la derecha de Dios,
Padre todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar
a los vivos y a los muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne
y la vida eterna. Amén.


JESÚS NAZARENO DE MEDINACELI

Bueno, amigos, como todos sabemos, el Jueves Santo en Madrid resultó pasado por agua. Una lástima. Yo me había acercado a la procesión de Jesús el Pobre, y comprobamos in situ la decepción de la multitud que se congregaba a lo largo del recorrido. En aquel momento parecía un tanto riguroso por parte de las autoridades el suspender la procesión ante la amenaza de lluvia, pero media hora después de la decisión consistoral, empezó a caer un chaparrón de mil demonios, de modo que, por una vez, el Ayuntamiento acertó. Peor fué en Sevilla, donde llovió todo el día y toda la noche, y ni siquiera se pudo celebrar la Madrugá, cosa que no sucedía desde hacía 80 años. Lástima. Otro año será.

Hoy el cielo también amenaza ruina, pero estaremos pendientes por si la cosa mejora y podemos ir a ver a Jesús de Medinaceli, el paso estrella de la Semana Santa madrileña.

En el momento de escribir estas líneas ha empezado a llover. Eso, eso, que llueva ahora que aún es pronto, a ver si después el cielo se aclara. Mientras, hagamos un somero repaso por la historia de esta imágen, la más venerada de Madrid. Y no en vano, pues desde que en la primera mitad del siglo XVII fue tallada en Sevilla, nada menos que en la escuela de Juan de Mesa, no han sido pocas las aventuras que ha corrido Jesús de Medinaceli. Empezando por su autoría, que no está clara, si bien los dos nombres que se manejan son igualmente relevantes: unos dicen que la imagen fue tallada por Luis de la Peña, otros dicen que por Francisco de Ocampo. Asimismo se desconoce a cargo de quién corrieron el encargo y las costas, pero la creencia general es otorgada a los Capuchinos.

En cualquier caso, la imagen es igualmente estremecedora por su serenidad ante el martirio. Iconográficamente, el de Medinaceli es un Ecce Homo, esto es, una imagen que representa a Jesucristo cautivo en el momento de ser presentado ante la multitud tras la flagelación. «He aquí el hombre» sería la traducción de las palabras, Ecce homo, que pronunció Pilatos ante la muchedumbre que se había congregado para pedir la muerte de un hombre cuyo único delito había sido predicar a Dios. Esta imágen de Cristo Cautivo vestido creó escuela, pero entonces era atípico. Compositivamente, los puntos de interés recaen sobre la expresión, con la mirada hacia abajo, humilde y doliente, sobre las manos, cruzadas sobre el pecho, en actitud de resignación, y sobre los pies descalzos, en señal de pobreza y penitencia. Los pies descalzos han llegado a cobrar gran importancia al propiciar el rito del besapies.

LOS VIAJES DEL CAUTIVO

Poco después de ser tallado, los Capuchinos trasladaron el Cautivo en 1645 a San Miguel de Ultramar, ciudad ocupada por los cristianos en el reino de Fez, , con la intención de elevar la moral de nuestras tropas ante las constantes ofensivas berberiscas, para el culto de los soldados españoles, que llevaban asentados en la ciudad desde 1614 . Los soldados españoles se verían inspirados a defender la Cristiandad con fuerzas renovadas, teniendo tan cerca una imagen como esa, pues no hay actitud que conmueva más que la resistencia estóica y serena ante el mal. Pero en 1681 la ciudad cayó en manos del muley Ismaíl, recuperando la ciudad su antíguo nombre, La Mámora. El Ecce Homo fue capturado como botín de guerra, y arrastrado públicamente, junto a otras imagenes, por las calles de Mequinez para celebrar la victoria. En saña con la que fueron tratados estos iconos cristianos no faltaron despeñamientos, e incluso fueron echadas a los leones para que las bestias las despedazaran. Según palabras de Francisco de Sandoval y Roxas, «entre las diecisiete imágenes rescatadas, se encontraba una hechura de Jesús Nazareno, de natural estatura, muy hermosa, con las manos cruzadas adelante…. Al hermosísimo busto de Jesús Nazareno le mandón el Rey arrastrar, y echar por un muladar abajo, haciendo burla, y escarnio de el retrato hermoso, y del original divino. Todas ellas se embalaron y enviaron a Ceuta, donde tuvieron entrada el 28 de enero de 1682«.

EL RESCATE

Fray Pedro de los Ángeles, cuya orden de la Santísima Trinidad y de la Redención de Cautivos había nacido precisamente para la redención (liberación)  de los cautivos, fue quien vio la imagen expuesta en una torre, y se presentó, aún a riesgo de su propia vida, antre el Muley Ismaíl para solicitar la custodia del Cautivo, realizando las gestiones necesarias para recuperar, previo pago de una cuantiosa suma que provisionaron de buena gana hidalgos y capitanes ceutíes, la preciada imagen cuyo escarnio público no hizo sino reforzar la devoción de cuantos cristianos tuvieron noticia de los hechos.

LA LEYENDA DE LAS 30 MONEDAS DE ORO

Una leyenda habla de cómo Fray Pedro logró su cometido gracias a la mediación de la mujer de Ismaíl, la cual era cristiana secretamente. Al final se convino que se pagaría su peso en oro. Para cuantificar el rescate, se colocó al Cautivo en un plato de balanza, y en el otro plato se fueron colocando monedas de oro, hasta que ambos platos se equilibraran. Cuál no debió de ser la sorpresa de los que conocían la historia de Judas y las treinta monedas cuando, precisamente, en el número de treinta monedas de oro, se equilibró la balanza.

«Llegaron los Moros con las Santas Imágenes a las murallas de Ceuta, cuya llegada causó en toda la Ciudad grandísimo júbilo y alegría. Salieron a la puerta a recibirlas todos los Caballeros y Soldados de la Plaza, y tomándolas sobres sus hombros con singularísima devoción, y ternura, en forma de procesión, acompañadas de toda la Ciudad, las llevaron al Real Convento de los Padres Trinitarios Descalzos, donde se cantó con toda solemnidad el Te Deum Laudamus, en acción de gracias«.

EL REGRESO

Las imágenes fueron restauradas en Sevilla y restituidas después a sus órdenes respectivas, salvo el Ecce Homo, que llevaron a una capilla de  los Trinitarios en Madrid. Y en 1686, los Duques de Medinaceli entregaron en limosna el solar para construir la capilla de Nuestro Padre Jesús Nazareno del Rescate. El patronato de los Duques de Medinaceli se convirtió en tradición familiar a partir de entonces, recibiendo popularmente el Ecce Homo el nombre de Jesús del Rescate.

 En 1810, José Bonaparte decreta la supresión del culto religioso, y para evitar profanaciones, Jesús de Medinaceli es trasladado a la Iglesia Parroquial de San Martín, donde permanece hasta 1846 cuando, a petición del Duque de Medinaceli, la Imagen es devuelta a la capilla de N. P. Jesús Nazareno del Rescate. El culto a la imagen decae a causa de que la iglesia cambia de congregación varias veces, y de nuevo el Duque de Medinaceli realiza gestiones para que se restablezca el culto de la Imagen, haciendo que la iglesia pase a manos de los Capuchinos, los mismos que la llevaron a San Miguel de Ultramar.

Cuando en 1936 empiezan los expolios y profanaciones, la Imagen es envuelta y escondida en el sótano, pero en 1937 los soldados la encuentran, y la Imagen pasa a formar parte de la «Caravana del Tesoro Artístico» que terminó su largo periplo en Ginebra. Al término de la contienda, la imagen es localizada por el Obispo de Madrid y es devuelta a su lugar, en el que, desde  su construcción, primera, se  erigieron sucesivas  mejoras hasta la actual Basílica de Nuestro Padre Jesús de Medinaceli. El regreso del Cautivo se hizo en forma de procesión, y desde entonces sigue allí, en la iglesia de Nuestro Padre Jesús Nazareno del Rescate, para consuelo de los necesitados que  desde todos los puntos del planeta peregrinan hasta allí para rezarle y para rogarle, y cada Viernes Santo es paseado en la procesión madrileña por excelencia.

Links de interés

HISTORIA DE JESÚS DE MEDINACELI

Archicofradia Primaria de la Real e Ilustre Esclavitud de Nuestro Padre Jesus Nazareno

SOBRE LOS SACRIFICIOS, Y SEMANA SANTA JEREZANA

Con el tiempo y las canas, uno aprende a respetar las creencias de los demás, a admirarlas e incluso a sentirlas un poquito, aunque sólo sea porque la edad le hace a uno empezar a sospechar que tal vez aquello de la muerte va no sólo por los demás, sino también por uno mismo, y que cada día que pasa es un día que se nos ha concedido. Cada día, por tanto, es un día de suerte. Aprovéchalo, intrépido lector.

No me gusta esa actitud tan generalizada que consiste en burlarse de los sacrificios ajenos. Cuando uno decide hacer un sacrificio personal, hay que respetarlo como lo que es, porque no es un deber, sino una elección íntima: renunciar a algo valioso y brindar el sufrimiento para ofrecérselo a algo más grande que cada uno de nosotros. Cuando veas que alguien se sacrifica, por los demás, por devoción o por penitencia, respétalo y busca la lección correcta.

Por esa razón no creo que celebrar la Semana Santa desde una posición agnóstica, como es la mía, suponga ninguna impostura. La celebración de los sacrificios personales guarda innumerables lecturas, ya sean culturales, religiosas, filosóficas o emocionales. De los ritos de la Semana Santa me quedo siempre con la sensación de pequeñez, de pertenecer a algo infinitamente más grande que uno, de pertenecer a algo de lo que jamás llegaremos a atisbar apenas unos retazos. Esa sensación me ratifica en mi íntima intuición de que nuestro afán de control es un ejercicio de futilidad, y que comprender el universo es una quimera. Es por eso que el poco conocimiento que adquirimos nos produce un vértigo que a unos nos gusta y a otros no. Porque cuanto más aprendemos sobre el mundo, más nos damos cuenta de que todo está relacionado entre sí, y más nos damos cuenta de lo poco que en realidad llegaremos a saber jamás.

De lo poco que yo sé, he llegado a comprender que todos los fenómenos del universo responden a un mismo patrón. Un átomo cuenta la misma historia que una semilla. Una semilla cuenta la misma historia que un fruto. Un fruto cuenta la misma historia que un árbol. Un árbol cuenta la misma historia que un bosque. Un bosque cuenta la misma historia que un planeta. Un planeta cuenta la misma historia que una galaxia. Una galaxia cuenta la misma historia que un universo. Y un universo cuenta la misma historia que una átomo.

Saber vivir, pues, no se trata exclusivamente de conocer, sino de saber aplicar lo aprendido. De tal manera que un pastor de las montañas, que está obligado a observar el clima, las estaciones y el ciclo de la vida, para comprenderse a sí mismo, a los demás, y al universo entero, tiene a su alcance las mismas herramientas que el científico más sabio. Personalmente, he conocido a pastores muy sabios y a maestros muy obtusos.

Por eso, ya no me río más de lo que intuimos, aunque esa intuición responda a cosas que no se pueden comprobar empíricamente. Los griegos intuían la existencia de los átomos mucho antes de la invención del microscopio electrónico. Y los hombres de las cavernas intuían la existencia de Dios mucho antes de inventar el lenguaje. La intuición es una herramienta indispensable, porque nos hace aplicar patrones conocidos a lo que no podemos ver o tocar. Y de lo poco que sé es que las cosas grandes están hechas de cosas pequeñas. Sin reconocer cerebralmente la existencia de Dios, o de un código moral escrito en las estrellas, intuyo qué está bien o qué está mal. Y gracias a esa misma intuición, tengo la íntima convicción de que actuar en positivo es crear un mundo en positivo. Y últimamente, los científicos están empezando a dar la razón a los que intuímos que pensar en positivo impregna nuestro alrededor de carga positiva. Así que, intrépido lector, si puedes evitarlo, intenta no ser más pesimista de lo estrictamente razonable, porque según la física cuántica, las profecías tienden a cumplirse. Intenta nombrar a las cosas en positivo, porque las palabras impregnan al objeto definido, no sólo lo etiquetan. Intenta hacer las cosas pequeñas como harías los actos grandes. E intenta respetar los pequeños sacrificios de los demás, porque, en pequeñito, acordes con nuestra naturaleza diminuta, esos sacrificios, por fuerza, han de hacer del mundo un lugar mejor.

SAETAS AL CRISTO DE LA BUENA MUERTE

SAETA A JESÚS NAZARENO

SAETA AL CRISTO DE JEREZ, EL CRISTO DE LAS MELENAS

EXTASIS DE LA VIRGEN DE LOS GITANOS

AL CRISTO DE LOS GITANOS (POR SERRAT y CAMARÓN)

Ahora, nos vamos de procesiones, a disfrutar de aquello que hemos ayudado a defender con el ínfimo número de firmas que humildemente hemos ayudado a cosechar. Y luego, tomaremos un vino o dos.

Y mañana, enlaces de la Semana Santa madrileña.

SOBRE HÉROES Y DECIBELIOS

¿Decibelios? ¿Eso es todo lo que podemos ofrecer como contestación al desafío independentista? España ha hecho dejación de sus funciones como monarquía, como Constitucional, como identidad, como Nación, ¿y ahora, cuando el himno ni está ni se le espera, y en la Copa del Rey lo que sobra es el Rey, sólo podemos ofrecer decibelios? ¿Tan patética manera tiene España de declarar su fracaso ante la marea independentista? España dejó que Zapatero se hiciera con el poder utilizando un atentado descaradamente dirigido a tal efecto. España ha dejado que la Constitución sólo pueda ser manejada por magistrados paniaguados por la política. España ha permitido que sus defensores sean sistemáticamente vilipendiados, sus enemigos encumbrados, sus peores criminales liberados, su bandera hecha jirones, su historia guarreada, su cohesión destruida, su riqueza, sospechosa, y sus estudiantes, desalfabetizados y adoctrinados en la no-patria, en la no-religión y en la no-excelencia. Y ahora, cuando ya todo eso es un hecho, no una amenaza o un futurible, ahora que la mecha está a punto de llegar al cartucho, ¿vamos a meter decibelios?

¿Y cuando los pitos lleguen hasta las casas de los votantes del PP, qué hacemos, subir la radio? ¿Y cuando se nos lleven a los poquitos que nos atrevemos a discrepar del antiespañolismo normativo, qué hacemos, subir la música? ¿Y cuando no haya dinero para pagar la ruina autonomista, qué hacemos, subir la música? ¿Y cuando ardan las iglesias, qué hacemos, subir la música? ¿Y cuando se carguen a cualquiera que parezca capaz de ganarles las elecciones, qué hacemos, subir la música? ¿Y cuando se nieguen a dejar el poder, y amenacen con guerra si pierden las elecciones, qué hacemos, subir la música? ¿Es eso todo lo que podemos ofrecer? ¿Decibelios? ¿Esa constatación de la derrota en el terreno de las ideas?

¿Y por qué molestan los pitos en el fútbol, pero no la imposición de un idioma accesorio? ¿Y por qué combatimos los pitos en el fútbol, pero no en la calle? ¿Y por qué tapamos los pitos en el fútbol, pero no la ruina de una nación? Es una pregunta retórica, no se preocupen, que obviamente sabemos la respuesta: porque el partido es de puertas afuera. Los amos de España se comportan como unos marqueses decadentes que sólo disimulan sus vergüenzas ante las visitas, pero las dan por hechas ante la familia y el servicio, y ya ni siquiera procuran solucionarlas. Se han abandonado a la tentación de convertir la basura en paisaje, la traición en clima, la reyerta en idioma básico de intercambio y sólo les importa la imagen que proyectan al exterior, colocando alfombras y tapices para tapar las manchas y los charcos de sangre, o ya, ni eso, basta con cerrar a las visitas las estancias que testimonien los estragos que causa su renuncia a mantener la convivencia.

Decibelios es lo que se aplica cuando uno no tiene argumentos, o cuando los desprecia. ¿Cabía esperar otra cosa de nuestros líderes mentecatos? Si frente a ETA se están disculpando por nosotros, qué no harán cuando nadie está mirando.

Que piten, señores. Déjenles que piten. Y ya que pitan, ya que no quieren Himno Español, que se queden también sin Constitución Española, y sin presupuestos generales del estado. Que vivan de dar pan tumaca en los hoteles buenos. Y que intenten sobrevivir a sus políticos. Ya veríamos lo poco que tardaban en volver a casa por Navidad. Ya ocurrió antes, eligieron ser franceses y terminaron escaldados, y suplicando que les dejáramos volver. Y eso no hay pitada que lo tape.

Y por lo demás, no me extraña que no nos quieran. A día de hoy, yo también estaría tentado de quitarme de Español si tuviera posibilidad de ello, aunque solo fuera por que nadie me relacionara con mis líderes, que dan asco TODOS. Pero eso no arreglaría nada. Tenemos los políticos que hemos esculpido. Son unos hijos de puta, pero son nuestros hijos de puta. Y lo son en virtud de la hijoputez que supieron extraer de nosotros, para que les pusiéramos ahí. Así que si ellos son unos ramplones hijos de rana, es porque España entera lo es también. Sólo comprendiendo eso podremos labrarnos unos líderes mejores. Ya basta de quejarnos de los políticos de mierda que tenemos. Lo son, y está bien decirlo, pero no a modo de queja, como si los políticos nos cayeran en suerte y tuviéramos el derecho inalienable de tener los mejores representantes. Como si nos vinieran impuestos. No. Hay que decirlo, porque son unos mierdas. Pero conviene hacerlo a modo de autoanálisis, y sobre todo, aprendiendo de una maldita vez que no es sano ni razonable exigir a otros lo que uno no está dispuesto a dar.

No quisiera sonar moralista porque no lo soy. Pero cada día me encuentro mil detalles que me convencen una y otra vez de que todo gran cambio ha de empezar por uno mismo, y si de verdad quiero cambiar las cosas, he de demostrarlo con cada uno de mis actos pequeños. Para mejorar el mundo hay que dar ejemplo con nuestros actos, y eso no es responsabilidad de ningún polítiquillo de mierda, ni de ningún reyecillo absentista. Eso está en nuestras manos, y si no lo hacemos, la responsabilidad es solamente nuestra y de nadie más. Si no lo hacemos, somos cómplices de nuestra propia miseria. Y sí, conviene empaparse de la basura nacional, para saber por dónde nos la están clavando. Pero conviene también reservar un ratito cada día para observar a los hombres buenos, para aplaudir y admirar sus actos humildes y valientes. Hace unos días, Irene Villa. Anteayer, Regina Otaola. Ayer, Alcaraz. Y hoy, Nerea Alzola. Mañana, quién sabe. Pero sí, conviene empaparse también de los valientes, para recordarnos que hay alguien ahí fuera que pelea por nosotros, que nos recuerdan que importa más luchar que ganar, porque es en la resistencia contra la adversidad y la injusticia donde encontramos la dignidad, el derecho a mirarnos al espejo. Y los que dan la cara ante el peligro, el abuso y la amenaza, lo demuestran cada día, porque recibieron tinieblas y ofrecen luz.

Claro, mirar a los valientes sube el listón, pero es un listón que no desanima por muy alto que esté. Al contrario, nos anima a ser mejores, y además, nos enseña a vivir nuestras vidas pequeñas con menos miedo. Si ellos pueden ser como son bajo la amenaza de ETA, o después de la tragedia, suya o de los suyos, aún encuentran fuerzas para mantenerse enteros, serenos y fuertes, ¿qué derecho tenemos nosotros a desanimarnos por las estúpidas zancadillas pequeñas que nuestros mundos pequeños nos ponen cada día? Yo tengo la suerte de conocer a una persona cuya presencia, cuyos actos sencillos, hacen del mundo un lugar mejor, una heroína anónima que me inspira con sus actos de bella y sencilla generosidad, una persona que lleva la sonrisa y el color allá donde va. Recomiendo al lector que busque eso, que busque el ejemplo de la gente buena, que se empape de ella. Sólo entonces podrás encontrar en ti mismo la punta de hilo que necesitamos todos para empezar a tejer a nuestro alrededor el mundo que queremos tejer para nosotros y para los demás. Es difícil, pero a la vez es lo más fácil del mundo. Sólo se necesita fe, foraleza, perseverancia, inspiración y toneladas de buena suerte. Nada más que eso. Parece mucho, pero hazme caso: encuentra ese hilo, y empieza a tejer alrededor tuyo el mundo que desearías haberte encontrado. Comprobarás, y esto lo garantizo, que ese hilo te abrirá los ojos para ver las cosas buenas, las flores en el vertedero, la luz en las tinieblas. Entonces la fe surgirá, quebrando tus miedos y tu desconcierto, y entenderás entonces que la suerte es un fenómeno cerebral, que depende de cómo recibamos las cosas según vienen, si por el lado malo, o si por el bueno.

Y si te falta esa primera punta de hilo, por favor, no te pierdas el link que ofrezco a continuación, y comprenderás lo torpe, lo inútil y lo obtuso de usar decibelios para defender lo que merece ser defendido, cuando hay gente  ahí fuera como esta mujer, sacudiendo el desaliento a golpe de sonrisa, dispuesta a dedicar su vida a ayudar a superar el odio, el miedo y la desesperación de otros. Una mujer que recibió lo peor, y da lo mejor. Con ustedes, Irene Villa. Se lo aseguro, intrépido lector, haga clic y no se arrepentirá.

LINK A LA ENTREVISTA DE NURIA RICHART A IRENE VILLA

Así que ya sabe el lector, cuando se indigne por la falta de autoridad moral que nos quieren endilgar unos fantoches tragaldabas y futboleros, recurra a aquello por lo que merece la pena luchar cuando nuestros líderes intenten tapar sus miserias usando decibelios. Tenemos argumentos de sobra. Por ello, no me dan miedo los pitos de cuatro capullos. Ellos no cuentan entre sus filas a ninguna Irene Villa, ni a ninguna Nerea Alzola, ni a Regina Otaola, ni a ningún José Francisco Alcaraz, ni a ningún José Antonio Ortega Lara. Ellos tienen sus pitos nada más. Qué poquita cosa. Que suenen, por Dios, que suenen bien altos. Y que se enteren bien en el mundo de cómo tratamos a nuestro himno y a nuestra bandera. De otro modo, se llevarían una impresión equivocada, y conviene que se sepa en el extranjero lo que nos hemos labrado aquí, de cómo tratamos a los que nos honran, de cómo tratamos a los que nos defienden. Y de qué clase de tipos nos representan.

DE PATRIOTAS Y DE INFAMES

En el akelarre de esta mañana ante tres mil paniaguados desganados, el Ed Wood de la política española ha hecho un llamamiento a «los patriotas». «Si son tan patriotas», ha dicho, refiriéndose a la derecha, «que hagan algo por España, que digan en el extranjero que España es una economía fuerte y sólida». O sea, les (nos) exige que mientan para que él no quede como el fracasado moral, económico, político y personal que es. Nuestro Ed Wood de Valladolid apela al patriotismo de otros para tapar sus vergüenzas, su absoluta carencia del mismo. Ha dejado España hecha una mierda, y ahora quiere confundirse entre la plebe para esquivar la colleja. Despreciando, además, los ímprobos esfuerzos de Mariano por no meterse en políticas. Y es que de bien nacidos es ser agradecido. Nuestro Ed Wood se irá de aquí lloriqueando, como el perfecto incompetente sin principios que es. No, amigo Eddie. El que la hace, la paga. Te irás de rositas, sí, pero con el culo caliente. Ya lo tienes echando chispitas, pero aún queremos más. Como decía aquella película del genuino Ed Wood, Marte Exige Carne. Y tú, amigo, eres el Ed Wood de la política española. Y si me apuras, el Ed Wood del socialismo. Travestido, inasequible al desaliento, y sin más talento que el de encontrar presupuesto para sus incursiones nocturnas. El geniuno Ed Wood terminó haciendo porno. No sería mal destino para nuestro amigo, el Ed Wood de Valladolid. Como partenaire, le desearía un toro bravo, ahora que los está mandando al paro a ellos también. Seguro que encontraríamos a un buen Islero, espontáneo y deshinibido, como mandan los cánones de la Educación para la Ciudadanía, dispuesto a grabar unas escenas con un tipo flexible y de mente abierta.Y ya que ellos se arreglaran con la cosa de los roles. Casi estoy imaginando la escena, en un ruedo abarrotao, abarrotao. Y el toro vestido de luces. Jur, jur, jur. Permítanme la maldad, pero tal vez ese sería el único modo de lograr que nuestro Ed Wood de Valladolid sintiera por fin el alma de nuestra patria en lo más hondo de sus entrañas. Y además, sería interesante y lúdico hacer apuestas a ver hasta dónde levantaría las cejas en el gran momento.

Lo más enervante es que nadie peor que él para dar lecciones de patriotismo, porque no pierde ocasión para cagarse en España y en los españoles. Pero ahí sigue, apelando a un patriotismo de cuyas abominaciones públicas sacó tantos réditos políticos en las postrimerías del 11-M, su belle epoque. Todavía no habían aterrizado todos los fragmentos de los trenes y sus ocupantes cuando ya estaba celebrando triunfante y eufórico una victoria venenosa, teñida de muerte, de mentira y de encubrimiento. La nación es un término discutido y discutible, pero su honradez no. Esa está fuera de discusión, aunque solo sea por incomparecencia. Amigo Eddie, eres un fraude, y quieres que seamos cómplices de tu fraude. Quieres que digamos lo que no es, que España está fuerte. Que España va bien. Pero no es así. Para que eso sea así necesitamos un gobierno que no sea socialista. El socialismo arruina, y luego echa la culpa a quienes protestan. Y tú, amigo Ed Wood de Valladolid, nos has hecho naufragar, nos has entrampado con mentiras y políticas de asesoría de imagen. Te la suda el paro, te la suda el déficit, te la suda la deuda. Sólo te importa terminar de sacarnos el dinero. Y no aceptas una crítica. Porque eres un totalitario de tomo y lomo. Con más de lomo que de tomo, porque lo que es tomos, no pareces tener muchos. Y si los tienes, no parece que los hayas leído. Y si los has leído, no parece que los hayas asimilado. Y alguien me dirá: imposible, los monos no leen libros, y yo responderé, te equivocas: los leen, pero no los asimilan.

No creo estar siendo excesivamente duro con nuestro Ed Wood si digo que ya está faltando un banquillo para él, por colaboración con banda armada, por traición, por sabotaje y por falsedad crónica. Y de esa tal vez se libre, pero de lo que no se va a salvar va a ser del desprecio de sus compatriotas, que no le van a querer ni en pintura, salvo en forma de ninot en las fallas de Valencia. Ojalá que cuando eso ocurriera, sólo encontrara cobijo entre sus colegas los etarras buenos y democráticos. Y entonces sabría lo que es sufrir en carne propia, éste vástago de Belcebú, lo que es vivir bajo el yugo de un comunista con pistola y pasamontañas. Al fin y al cabo, eso es un patriota para nuestro Ed Wood. Un etarra. Dime con quién andas…

DOCTRINA TROITIÑO: OFERTA ETAMARKT (YO NO SOY TONTO) PARA SERIAL KILLERS – ¡MATA A TREINTA Y PAGA SÓLO UNO! OFERTA VÁLIDA HASTA FIN DE LEGISLATURA

Según interpreta el Tribunal Constitucional, matar a un hombre es tan malo como matar a veinte. De modo que si un terrorista quiere hacer carrera en política, el TC le avala para que, ya que has matado una vez, lo hagas ciento. Así serás leyenda. Y además, por cada asesinato, reduces la condena global. De tal manera, por un asesinato, cumples treinta años, y por treinta asesinatos, pues lo mismo: 30 años. Luego sales hecho un héroe, ¡y que te quiten lo matao!

RELACIÓN DE PRECIOS:

1 asesinato=30 años.

2 asesinatos= 15 años por víctima.

3 asesinatos= 10 años por víctima.

Como podemos ver, ni el Carrefour se atrevería con semejante descuento a grupos. Sigamos.

5 asesinatos= 6 años por víctima.

10 asesinatos= ¡3 años por víctima!

20 asesinatos= 18 meses por víctima.

30 asesinatos= 1 añito por víctima.

50 asesinatos= 7 mesecillos por víctima.

Troitiño no ha cumplido ni 30 de los 2000 años de condena. ¿Qué hizo Gatza, su compañero de asesinatos, según salió de la cárcel? Celebrar por todo lo alto, y declarar públicamente: «¡Sigamos presionando hasta la independencia!». Y eso sin contar con que la fiscalía ha hecho la vista gorda con el recibimiento público de 200 hijos de mala madre que le montaron un comité de bienvenida con honores de héroe. Lo que es un delito en sí mismo. Y lo más importante: los integrantes de la celebración forman parte de las listas «limpias» de Caamaño. El polvo del camino, ya se sabe…

Más ofertas: Según el TC, si ya has sido condenado por pertenencia a banda armada, cuando cumplas condena, podrás seguir perteneciendo a ETA impunemente, en virtud de la máxima de que no puedes ser juzgado dos veces por el mismo delito. ¿Se dan cuenta de la trampa mortal en la que el PSOE nos está metiendo con el respaldo de Mariano el cobarde?

La política antiterrorista del gobierno no es tal, es política proterrorista. ¿Es que Zapatero se ha vuelto loco? No, probablemente ya venía así de serie. Pero aún así, no me creo que ese indivíduo pueda ser tan proetarra como están demostrando sus políticas.

Cada vez veo más claro que Zapatero está en una contrarreloj: resarcir a ETA, legitimar el asesinato por motivos indepententistas, por motivos ideológicos. ¿Por qué tanta prisa? Porque le queda poco tiempo. ¿Y por qué lo hace? Por presiones etarras. Se me hace muy cuesta arriba pensar que ETA no sepa nada del 11-M, atentado necesario para que despegara la marea independentista. Atentado que se gestaba a la vez que un PSOE en la oposición negociaba en la sombra con ETA.

¿No será que ETA chantajea a Zapatero, amenazándole con contarnos qué pasó el 11-M? Que me malicio yo…