11-M LA GRAN MENTIRA

Juicio del 11-M: De las toneladas de pruebas que fueron recogidas de los focos, 4 trenes, cuando llegó el momento de efectuar la pericia de explosivos, apenas quedaban unos pocos restos. Unos tornillos, un trozo de chapa, unos gramos de polvo de extintor, y nada más. NADA MÁS. De toneladas de pruebas (ropa, teléfonos, DIEZ VAGONES DESTROZADOS), sólo unos pocos gramos de pruebas. Los resultados de la pericia de explosivos no fue concluyente: los pocos vestigios, además de escasísimos, habían sido LAVADOS CON ACETONA, haciendo imposible que la cromatografía de gases arrojara datos fiables. Sólo en el caso de esos tres gramos de polvo de extintor, el resultado era concluyente: TITADYNE. La fiscalía no aceptó los resultados, porque su versión apuntaba a la Goma 2 Eco, y total, tres gramos de polvo de extintor no iban a cambiar el curso de la historia de España, ¿no? Así que el juez, amparándose en la escasez de vestigios de los trenes, manifiesta en la sentencia que la marca del explosivo utilizado no es importante para establecer la autoría de los atentados.

Eso ya de por sí es una mentira como un vagón de cercanías, como aquel que dice. Por supuesto que es fundamental conocer la marca del explosivo para establecer la autoría de un atentado. Sin ir más lejos, el jefe de los TEDAX, Sánchez Manzano, no reparó en esfuerzos para hacer que la marca de explosivos resultante de sus análisis coincidiera con la marca de explosivos que estallaron en Leganés. Sólo cuando fue imposible hacer coincidir los restos de los trenes (Tytadine) con los explosivos encontrados fuera de los trenes (Goma 2 Eco), se decide que «la marca no es importante».

Pero es que, además, resulta que TANTO EL JUEZ COMO LA POLICÍA COMO LA RENFE SABÍAN QUE SÍ QUE SE CONSERVABAN LOS RESTOS DE UN VAGÓN. No lo dijeron, pero sabían de su existencia.

Problema: ¿por qué se conserva el vagón que estalló en Santa Eugenia y no los del Pozo del Tío Raimundo, o los de Atocha? Además, ¿por qué, si la directriz básica del 11-M es la de tapar los hechos, destruir sistemáticamente las pruebas, y colocar otras nuevas que apunten al islamismo radical, por qué se conserva un vagón? No lo sabemos. Dado que no tenemos los otros vagones, no sabemos qué lo hacía tan especial. Sí sabemos que es el único tren en el cual sólo había una bomba. Pero, careciendo de los otros vagones, no podemos aventurar gran cosa. Sí se me ocurre que se guarda un vagón por si acaso las cosas se ponían verdaderamente feas para la versión oficial, poder echar mano de un vagón que manipular nuevamente. Porque ustedes díganme para qué se va a conservar un trozo de vagón en una guarrería de cobertizo destechado por el que se cuela lluvia y nieve, y en el cual ya no queda nada que analizar químicamente.

Aún así, ya sabemos que el juez de instrucción Del Olmo, Renfe y la policía, ya sabían cuando Gómez Bermúdez se excusa con la escasez de vestigios a la hora de eximir de validez la pericia de explosivos, que en ese cobertizo se guardaban vestigios, cuando aún podían ser válidos. Sabían y callaron. Ahora, cuando la provincial de Madrid ha cerrado el juicio a Sánchez Manzano, aparecen nuevas pruebas de una de los delitos por los que se le juzgaba, precisamente: negación del deber de perseguir delitos.

Hoy en Libertad Digital, Luis del Pino ha encontrado los restos del vagón de Santa Eugenia, pero la justicia española no quiere saber nada. Y me pregunto yo, ¿qué clase de canalla se mete a gobernar una nación y no se quiere meter en problemas? Y me respondo: uno muy cobarde.

11-M SILENCIO HE DICHO

Las alegrías nunca duran mucho en la casa de los pobres. El varapalo que ha recibido la España que quiere resolver el 11-M nos ha dejado helados. La peor noticia de los últimos ocho años saltó a los medios la semana pasada: el caso Sánchez Manzano es cerrado bruscamente. La juez Coro Cillán se acercaba peligrosamente a la verdad. Después de varios años de ninguneo mediático al juicio más importante del momento, la publicación de la destrucción arbitratia de los trenes de la muerte terminaron de asustar a quien tuviera que asustarse. Y es que Gallardón nunca se jugaría su imagen por una causa que no da votos. Para ser alcalde olímpico sí se jugó lo que no tenía. Pero, ¿por las víctimas del 11-M? Ni de coña, amigo. Al fin y al cabo, no las vamos a resucitar, ¿no?

¿Terminará por convertirse el 11-M en un trasunto del irresoluto atentado de Bolonia? Ojalá que no. Por ahora, el testaferro, el mandado que destruyó y cocinó pruebas y mintió en la comisión y en el juicio, se ha librado. Cosa juzgada, dicen. ¿Juzgada? Difícilmente. Lo que está juzgado es el atentado, con pruebas más que presumiblemente falsas. Lo que se juzgaba ahora era la validez de esas pruebas, y eso nunca se juzgó. Se dieron por buenas. El juez juzgó el caso dándolas por buenas, y dando por buena la actuación del testaferro. Pero el testaferro miente, y eso no puede ocultarlo ningún ministro con demasiado aprecio por su puesto y por su imagen.  El juicio del 11-M es un camelo, esa es una realidad que no puede ocultar ninguna montaña de mentiras a cual más inverosímiles.

No conviene desesperar, pero tampoco conviene tener demasiada prisa. Los asesinos del 11-M andan sueltos, y alguien tiene pruebas, o si no, ¿a qué viene cerrar un juicio abruptamente, a toda prisa, a matacaballo y a traición? Muy bonito, Gallardón, pero recuerda: España se merece un gobierno que nos diga la verdad.

GARZÓN-YO SOY LA JUSTICIA

Garzón es tan ególatra que está convencido del carácter personalista de la sentencia por sus escuchas ilegales a acusados y abogados del Gürtel. Es tan alto el concepto que tiene de sí mismo que no duda ni un segundo de que un tío tan bueno y tan cojonudo como él tiene derecho a todo. Al fin y al cabo, está contra los malos, ¿no?

El concepto que tiene Garzón (y por ende sus jaleadores callejeros) de la justicia es un concepto bananero, propagandístico, basado más en las intenciones que en los hechos. Garzón es un juez tóxico porque es una estrella, y ya se sabe que las estrellas viven obsesionadas por la imagen que proyectan. Pero no contaba con que la imagen que se ha de proyectar es de imparcialidad, de limpieza y de rectitud, y son esos tres puntos donde el juez ha fallado los que le han convertido de señor juez a juez expulsado de la profesión por espiar para el poder. Un gran día para la democracia.

Ah, y para aquellos que le defienden, que hagan caso de Luis del Pino y vayan firmando un papelito que, si son acusados de algo, autorice al juez de turno a escuchar ilegalmente las entrevistas que tenga con sus abogados. Señores, no defiendan lo indefendible. Lo que hizo Garzón es aberrante, y yo aplaudo la sentencia. Quienes le defienden, lo hacen por motivos ideológicos, no legales. Y que un juez quiera sentar a Franco en el banquillo (casi 40 años después, qué valiente) no le autoriza, ni en ese ni en otros casos, a utilizar métodos estalinistas, o para mayor INRI, franquistas.