QUIEN PAGA, MANDA

Venezuela se va a pique. El régimen chavista no tanto. De Chávez nunca sabremos, pero de Maduro nadie sospecha que vaya a ser de esos capitanes que se quedan en el barco para que se lo traguen los océanos, sellando su destino al de su gestión de la tempestad. La identificación patria/líder sólo vale para los logros y las medallas, pero todos sabemos que eso es sólo un chándal que uno se quita y se pone, y si el Nicolás maduro tuviera que huir a su Colombia natal cruzando a pata la frontera, os aseguro que no lo haría disfrazado con los vivos colores del pabellón venezolano.

Por supuesto que no estoy descubriendo el Pacífico. Es más, la inevitable situación de Venezuela se veía venir de lejos, y la única diferencia actual con los clamores pretéritos es que el futuro ya ha llegado. Hipotecados a China los recursos, y despilfarrados hace tiempo en políticas sociales (a falta de apelativo más certero), el dinero de los demás se ha acabado. Que es cuando los socialistas empiezan a decir que «esto no es socialismo», y que es, precisamente, cuando los que no somos socialistas sabemos que empieza el socialismo. El socialismo real YA. Los últimos manotazos del régimen han sido, por supuesto, prohibir que se hagan fotografías a los anaqueles vacíos de los supermercados, y autorizar al ejército a sofocar las protestas con fuerza letal. Falta comida, faltan medicamentos, falta papel. Ya no queda nada por expropiar salvo las vidas de los que gritan.

Hay que distinguir entre Venezuela y el chavismo. No son la misma cosa, del mismo modo que Franco no era España ni Arturo es Cataluña. Por eso he de decir que Venezuela entra en barrena pero el chavismo no. Previsor, el ejército de asesores y técnicos del chavismo sabía que la fiesta tenía que terminar, como de hecho ha ocurrido. El chavismo ya no es triunfal, y Maduro no puede pasearse por Caracas expropiando a diestro y siniestro en riguroso directo sin peligro de que algún valiente le susurre «Mi comandante, eso ya se expropió». De aquellos dislates sólo queda una mueca congelada, la sonrisa sin gato que decía Pedro Jota. La nación sin personas. Es el momento de actuar, de poner en práctica el plan P. Y es que el dinero de Venezuela se ha terminado, pero el de Europa no, y el chavismo depende de él.

De entre ese ejército de asesores ¿asesorados? destacó un grupo de universitarios españoles que llevan una década esperando el momento en que les dieran luz verde a un plan audaz como todo plan que sale bien. Una cuadrilla que, educada en la cheka complutense de Somosaguas, se sabe al dedillo la perorata comunista, su target habitual, sus fórmulas y por supuesto, sus resultados. Y como religión, (cada vez veo más clara la tesis de Escohotado del socialismo como herejía laica del cristianismo), se basa en la fe ciega más allá de los resultados, en el apego al mensaje y la liturgia más que a los supuestos beneficiados. De ahí el cinismo pasmoso de los nuevos profetas al decir que «en España las cosas ya no pueden ir peor». Por supuesto que pueden ir peor, y ellos lo saben de primera mano: sólo tienen que ver el resultado de sus asesorías venezolanas, pagadas de golpe, casualidad de casualidades, semanas antes de fundar Podemos, ese partido que no es un partido, que es comunista pero no lo es, e inspirado por el chavismo para seguir el modelo…sueco.

¿A quién hacía más falta Podemos, a España o al chavismo?¿Qué economía se va a pique, la española o la venezolana?¿Quién paga esta cosa morada que viene a completar la bandera rojigualda?¿Quén esta cosa chulesca que amenaza e interroga a la prensa, en vez del obligado viceversa?¿Quién se ha eyectado del caza venezolano dejándolo caer, agotados sus recursos, expropiadas sus alas y malvendido su motor, en espera de que llegue el coleta a rescatarlo in extremis con otro avión al que, sin estar en sus mejores horas, le queda bastante más autonomía de vuelo y muchas piezas aún por expropiar?

En las novelas detectivescas, cuando el protagonista se queda sin pistas y no hay dinero ni móvil para el crimen, se recurre a la máxima de buscar a la mujer para encontrar al culpable. Cherchez la femme, se llama. En el caso podemita, no es necesario el cherchez la femme, a pesar de que se ha buscado y encontrado a la dama, y huele a podrido a quince kilómetros. Y no hacía falta porque tenemos la pasta, tenemos al sicario, tenemos al cliente y tenemos el móvil.

Quien paga manda. O como dice el refrán anglosajón, «who pays the piper calls the tune». Quien paga al gaitero elige la canción.

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