Origen (Inception)

NIVEL DE SPOILER DE ÉSTA RESEÑA: MÁXIMO

NIVEL DE DESTRIPE DE ÉSTA RESEÑA: LIGERITO

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INCEPTION es la última delicia de Christopher Nolan, autor de Memento, Insomnia y el mejor Batman. Rizando el rizo, Nolan es al guión lo que Fincher a la cámara, y en su última película lo demuestra con una historia muy inteligente, que se desarrolla en varios niveles simultáneos, como capas de una cebolla. Para ello Nolan sólo necesita un futuro inmediato, muy semejante a la actualidad, en el que existen máquinas que inducen sueños que uno puede compartir, espiar o en los cuales incluso robar, o conocer secretos íntimamente guardados en la mente del que está soñando. El puzzle tiene forma de thriller, y las acciones paralelas, las realidades alternativas y las interpretaciones múltiples que permite el guión convierten Inception en una sabrosa película que permite, y casi exige, sucesivos visionados. Resolver con claridad y éxito semejante ejercicio de arquitectura cinematográfica es el gran reto que el narrador se ha planteado.

El esquema es sencillo al principio, Cobb y su banda son contratados por un millonario para introducirse en la mente del dueño de la competencia y hacerle concebir por sí mismo la idea de que debe desmantelar su patrimonio. Cobb, en busca y captura en Estados Unidos, necesita el dinero para pagarse una defensa que le permita volver a casa con sus dos hijos. El recuerdo de su difunta esposa le atormenta y le importuna en sus sueños, sólo quiere paz y estar con sus hijos.

Planean la infiltración a la mente del millonario dándole forma de secuestro, primero real, y luego soñado, en una serie de mundos/sueños diseñados por una chica novata, su primer trabajo. La chica parece eficaz en el arte de hacer creer al soñador que está viviendo una realidad, en un encuentro entre la psicología y la informática.

Cobb no puede diseñar el sueño en que se desarrollará la misión, porque el recuerdo de su difunta mujer anda suelto por su psique, y desbarata toda ilusión de realidad, por lo que arruinaría la operación. Para ella, será de un interés creciente resolver el problema de Cobb con el recuerdo de su mujer. Ésta subtrama crecerá tanto en el metraje que llegará a convertirse en el motor de la trama en mitad de la misión.

La cosa se complica sobre la marcha, y lo que en un principio parecía una sencilla infiltración mental, tendrá que bifurcarse en tres capas de sueño. Así, los personajes, una vez cumplido su cometido la misión soñada 1, duermen en el sueño, y mientras duermen, sueñan un segundo sueño 2 en el que tienen que resolver otros asuntos vitales para mantener la credibilidad del sueño 1. Rizando el rizo, en el segundo sueño, vuelven a dormir para soñar un tercer sueño. Cada nivel de profundidad de sueño tiene un desfase temporal con el anterior. Mientras algunos personajes actúan en una capa de sueño, otros están cumpliendo su cometido en otra capa más profunda. Y cuanto más profunda es la capa, más lento pasa el tiempo. Así, lo que en una capa superficial de sueño una furgoneta tarda unos segundos en ocurrir, los durmientes de su interior sueñan muchos minutos en esos pocos segundos. Y al final, se crea incluso una nueva capa de sueño expresamente para que Cobb resuelva los problemas que se van generando en la misión por la destructiva irrupción de su mujer, que sabotea los sueños de Cobb hasta hacer casi inviable la misión. La mayor parte de todas estas subtramas se yuxtaponen en el metraje con un montaje endiablado y un guión de mil demonios, tan bonito como suena.

Encuentro interesante el totem de la arquitecta/psicóloga, una pieza de ajedrez. Concretamente, un peón. Recuerda a JF Sebastian y Tyrell, los arquitectos del cerebro de Roy, Frank, Rachel y los demás replicantes, en Blade Runner. La arquitecta del sueño en el que transcurrirá la misión es también la arquitecta del proceso mental de Cobb, su terapeuta. Pero es sólo un peón, como su totem. ¿De parte de quién? ¿Para qué? ¿Qué idea le han metido en la cabeza? Jejeje…

Por lo menos, esa es la peli que ví yo. Hay otras, es muy interpretable, y las piezas encajan de modos distintos, aparte de la trama formal y de la oculta, dependiendo de si cae el totem en el plano final o si continúa girando eternamente. Así que hay chicha para dar y tomar en Inception.

Por otro lado, una historia así es muy difícil de rodar, y en ese punto el éxito de Nolan ha sido relativo. La puesta en escena, siempre onírica, ya sea sueño o realidad, ayuda al espectador a desconfiar de cuanto se ve, a interpretarlo todo, y para ello Nolan sacrifica toda vistosidad más allá de la pura elegancia formal con imágenes que no delatan verismo ni ensoñación. La frialdad de lo que es evidentemente soñado no ayuda a colorear la película, que no es una de esas de recordar más planos que ideas. La naturaleza expositiva del diálogo me refuerza en la idea de que Inception parece más un libro que una película. Y los hallazgos más reseñables son narrativos, no necesariamente visuales. Si algún plano se me quedará grabado, será esa maravillosa furgoneta que cae al vacío en cámara lenta, dilatando el tiempo hasta el límite del estiramiento con una elegancia y una claridad expositiva dignas de un maestro.

Otra imagen memorable es la del molinillo de viento, pero por no explicar el desenlace del secuestro-incursión, lo dejaré sólo en que ese molinillo es un prodigio de guión, un chapó como la copa de un pino, toda una ristra de ideas que llevan con perfecta lógica a la conclusión de una trama complicada, condensada en un solo plano: ¿cómo hacer que un hombre rico tire abajo voluntariamente todas sus posesiones y hacer que se quede contento por ello, con un solo plano? Impresionante Nolan.

O sea, una delicia de la ciencia ficción, de esas que nos llega una vez cada década, y que recuerda más a Abre los Ojos que a Matrix. Con Blade Runner sobrevolando el fondo musical (espléndida banda sonora) y toda la trama, Nolan confiesa la inevitable vocación philipkadickiana del proyecto. Blade Runner según Nolan. Un tanto sobredimensionada en su conjunto, (es unánime que lo de la nieve no está bien rodado, se lleva demasiado metraje y sólo sirve para separar tramas, casi a modo de cortinilla Lucasiana), Inception reserva un gran final, y desarrolla con gélida destreza toda una tesis sobre el funcionamiento del cerebro, esa máquina de generar mentiras que nos permitan sobrevivir a los sentimientos.

INCEPTION Y SHUTTER ISLAND (¡Y MEMENTO!)

Conste que la comparación con Shutter me parece obvia, sobre todo con DiCaprio haciendo en ambas EL MISMO PAPEL!! Pero son pelis distintas, con objetivos muy diferentes, y por tanto dejo ésto aparte de la crítica. Shutter habla sobre la naturaleza del cine. Inception, sobre los recuerdos. Es inevitable, pues, que ambas películas coincidan en algunos puntos del camino, porque el cine y los recuerdos están hechos sólo de mente humana, son imágenes proyectadas. En concreto, ámbas películas se regodean en la percepción de la realidad. Por eso se parecen. La difunta de ambos protagonistas no es una mera coincidencia llamativa, es toda una sintonía de ideas. En ambas películas, Leonardo Di Caprio interpreta a un pobre tipo que se culpa por la muerte de su mujer, en dos películas de atmósfera onírica envolvente, repletas de símbolos sexuales, de culpa, de idealización de la persona amada, de tormento autoinflingido. En ambas películas se trata de hacerle entender al pobre tipo que hay que confrontar la realidad y afrontarla. En ambas películas, el tipo se resiste como gato panza arriba. Cada uno con sus mecanismos. (¡Asombrosos mecanismos!, exclama Max von Sydow, magnífico en Shutter Island)

Me viene, viendo Inception, Memento con fuerza a la memoria. Memento, memoria, recuerdo. Trata de un tipo, Leo, que quiere vengar la muerte de su mujer. A causa de un fuerte golpe en la cabeza, no tiene memoria, y se olvida de todo en unos segundos, así que tiene que apuntar cada detalle importante, y fotografiarlo todo: Su coche, su dirección, el nombre de su mejor amigo. Se recuerda a sí mismo quién es tatuándose en el cuerpo las líneas maestras de su vida, quién es, cuál es su propósito, qué le hace ser él mismo. Sin embargo, durante la película somos testigos de cómo su incapacidad para interpretar correctamente sus propias anotaciones le hace anotar errores que le llevan a cometer errores fatales ante la mirada del espectador, que, a diferencia de Leo, sí recuerda. Porque Leo, magnífico Guy Pearce, apenas es consciente de nada más que lo que le atañe en cada momento, y el público tiene razones de sobra para dudar de todo lo que Leo cree ser a través de sus tatuajes. Memento, también de Christopher Nolan, aborda el mismo concepto de Inception desde una perspectiva diferente.

AL FINAL DEL CAMINO, BLADE RUNNER

Mucho más que compararla con Shutter, me gusta enlazar Inception con Blade Runner. El problema de Frank Deccard es el mismo que tiene Dom Cobb. ¿Qué es real y qué no lo es?¿Es fiel el recuerdo, o lo vamos modificando? ¿De dónde vengo, pues, si mis recuerdos los he modificado?¿Cómo llevar una vida, si desconfío del pasado que me ha traído hasta aquí?¿Y entonces, desconfiar del pasado es desconfiar del presente, también? Para saber a dónde agarrarse, Cobb tiene su totem, la peonza. Si no deja de girar, es seguro que estás soñando.

La imagen final, cortando a negro antes de que veamos si la peonza cae o no cae en lo que Cobb considera la realidad, aparte de suponer un bonito final, abre la película a todo tipo de interpretaciones, pues si la peonza continúa girando, puede significar muchas cosas, la más interesante de las cuales es que es a Cobb a quien le inducen a generar un pensamiento propio, con lo cual nadie importante sería quien dice ser, y sus motivaciones son diferentes según se lea la trama de una u otra forma.

Deccard también tiene su totem, el unicornio de papel de plata. Cuando lo ve, sabe que Gaff ha tenido acceso a sus propios recuerdos, en éste caso, del sueño que tiene Deckard cuando se queda dormido hablando con Rachel. En el sueño ve un unicornio. Cuando Deckard encuentra la figurita de papel que le ha dejado Gaff, no le cabe duda de que es un replicante como Rachel, Roy, Pris, Leona, y quién sabe quién mas, y que ha sido utilizado para exterminar a sus semejantes.

Pero a ambos tótems les pasa lo mismo: sólo plantean la certeza de la duda, la certeza de que ni Deckard ni Cobb son quienes creían ser. El hecho de que la peonza deje de girar y caiga no demuestra que sea el mundo real, podría ser generado para hacerle creer tal cosa. A Deckard le pasa parecido, su tótem/unicornio sólo demuestra que él mismo es un replicante, que todo su pasado lejano es una mentira implantada, y no sabe cuándo empezó a existir. Por lo tanto, tampoco tiene forma de saber cuándo morirá. Sólo sabe que los replicantes tienen cuatro años de vida, pero Deckard no sabe desde cuándo contar. El tótem, a la larga, sólo es fiable porque uno sabe que es completamente infiable. El totem asegura que sólo hay ceniza bajo nuestros pies.

El propio título alude a ello. Inception es «comienzo, principio». En español, Origen es un poco libre, pero tiene más gancho comercial. Aunque el título Inception hace referencia a implantar en el cerebro de otros el principio de una idea, encuentro muy adecuada la traducción libre «Origen». Y además alude a Blade Runner de un modo travieso, porque origen es el concepto que sintetiza de qué va Blade Runner. ¿De dónde venimos? Como podemos apreciar, Memento e Inception continúan la tradición de Blade Runner y de K Dick.

En el plano de presentación de Deckard en Blade Runner, vislumbramos a Harrison Ford entre la multitud. Lee las noticias, y tras de sí, tiene varias versiones en neón de un ideograma chino que significa, precisamente, «origen».

Según el decorador de esa escena, la elección fué casual, no intencional, y sólo con el tiempo supo el significado del dibujo. A saber. Lo cierto es que tiene uno a cada lado de la cabeza, y otro en grande detrás. Lo que no es casual es cómo Deckard mira hacia arriba mientras un globo publicita las nuevas colonias como «la forma de empezar una nueva vida». Eso no es casual.

Origen, ese es el concepto.